Está bien seguir unas normas de civilización y comportamiento, el corazón si se oye ya te lleva a ellas, pero no, a veces es más sano asesinar las costumbres, el hombre es animal de costumbres, tiene miedo a la lucha y a enfrentar la soledad y las complicaciones.
Ahora en estos tiempos que corren no se nos ocurre otra cosa que acudir a un siquiatra o a un psicólogo que nos marque la ruta de la terapia, cuando es más fácil sembrar, regar y recorrer los campos de trigos y amapolas para que no desaparezcan, nos cargamos los paisajes exteriores pero también los interiores.
Ahora otros piensan por nosotros, nos limitamos a sentarnos frente a un desconocido para que sean ellos con su cantidad de teorías, inaplicables para todos los casos, y que nos coloquen en su sitio el pilar que derrumbamos.
A veces es más sano derrumbar los pilares que quedaron y construir nuevos que nos sostengan, fuera de los cimientos que nos dejan ya vacíos y cenicientos, no es malo el cambio cuando no hay ya caminos por recorrer en el camino del sentimiento, salvar lo que se pueda con el corazón en la mano, pero no obligado por los compromisos que nada tienen que ver con lo que sentimos.
La vida es una, es autónoma, intransferible , ni de padres ni de hijos ni de cónyuges, es nuestra y solo se vive una vez, con la vacilación interior el conflicto interno se deprime y hasta podemos enfermar, continuar en una situación infeliz, es lo mismo que apretar los puños más y más hasta que los nudillos se ponen lívidos. Terminar es lo mismo que abrir el puño, se siente uno mejor, aunque de pronto la mano quede vacía.
Es bueno mantenerse en pie de lucha cuando uno puede cambiar las cosas pero si no se puede, acéptalas, es una clave de la salud y la sabiduría, y además una señal de inteligencia, las terapias que nos convienen son las de nuestro propio corazón, ve donde él te lleve.
No todos los caminos son acertados y válidos, el hombre se equivoca, pero también tiene la opción a rectificar, no quiere decir que sea un camino de rosas, pero que al menos sea tu propia convicción, muchas veces lo que en su día pudo ser exacto, otro día con el paso del tiempo, no encuentre su sitio, lo importante no es no tener miedo, sino evitar que el miedo nos tenga a nosotros, volver a creer en lo que llevamos dentro no es un salto hacia tras sino un salto hacia delante, el esfuerzo hace crujir los huesos pero ilumina el rostro.
Dentro de nosotros está siempre la verdad, la que no decimos, la que guardamos o en muchos casos la que mostramos, no basta con buscar la verdad de nosotros mismos, hace falta reconocerla, y defenderla con valor, el conocimiento de la verdad hace libres a los hombres, aparentar nos hace esclavos, el error no está en ignorar o hacernos ciegos, sino perdurar en el error, es inútil cambiar de yugo, lo esencial es dejar de ser buey, lo más cruel que puede pasarle a un hombre es que elijan sus deducciones y sus acciones.
Cuidamos que no se nos rompa un coche, una situación conveniente para todos, cualquier otra cosa material, pero y ¿un sueño? y¿ una ilusión?,¿ un esfuerzo? ¿Qué pasa cuando los pájaros de cristal de los sueños se nos rompen? quedan hechos pedazos y nos hieren las manos.
El amor y la convicción de lo que uno desea y quiere, justifica los esfuerzos, pero si no lo hay, si no encuentra, no justifica el esfuerzo, por muchas terapias a las que nos adaptemos.
¿Quién sabe la terapia que necesita mi corazón? Nadie como yo.
Hagamos del amor una prioridad, no una fatalidad y para eternizarlo, deberíamos privilegiar el respeto, la cultura, el cambio y la virtud de ser fieles a nosotros mismos que es la virtud menos practicada de todas las virtudes. Ese respeto que merecemos a tener amigos, a desplegar su interior, a fomentar los sentimientos puros, a realizar deseos y metas, que nada tiene que ver con el malogramiento de sus vidas, sea cual sea el estado civil que se posea.
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