Que me has hecho atesorar guitarras y palillos como música en el alma, que he dibujado mares sin aguas y bombardeado cielos de azules malvas, que busqué cada una de mis frases en tus palabras y que fui marinera entre sonrisa y lluvia pescando sueños al llegar el alba.
Déjame decirte como se vuelven las manos brunas en blancas, como se encienden los besos entre recelos y luces, como retumban las horas sin reloj diluidas, como se alcanzan las magias oyendo recitar una poesía haciéndote sabia de sonrisas y hurona de ternuras, camarada de sentires y capataz de suspiros perdidos.
Meciste tu tiempo con corazón de cruzado en medio de resurrecciones deformes, sintiendo la vida acurrucada mientras te oía con la sonrisa puesta y el corazón valiente, mientras tú te adherías a las sensaciones y a las primaveras poéticas de mis letras.
Y para que negarte que me asustaron las mareas sin barco, los lamentos de la madrugada, los contrafuegos del tiempo, Déjame decírtelo amigo antes que me enfunde en la armadura que tengo por testigo.
Has repartido el canto de los versos, derramando madrugadas con auroras recientes, con luces de sorpresas y magias que renacen la vida.
Hiciste de mis letras un cielo de albas nuevas, un paraíso donde el mar, se torna rubio y celeste de olas llenando corazones perdidos.
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Huellas.