que a menudo van sangrando por sus rimas,
que han derramado ya mil sangres
y no me queda cuerpo en qué tenerlos,
tus versos ¡Ay amor¡ a cual más grande.
¿Porqué siquiera piensas haber llegado tarde?
si llevo muriendo de trigos y amapolas
desde el alba del tiempo.
ni de Dios ni de nadie aunque te sientas sola,
que nunca lo estuviste no, eso no es cierto,
yo te cuidaba, de trigo y de amapolas, muerto,
aunque ni me sintieras,
me bebí la sal de las noches
para que vinieran dulces.
desparramando el tiempo
en su cruel anacronía,
recogiendo del suelo tus penas que desgranas
amándolas incluso, te lo noto en los ojos,
en cada verso una y todas en tu alma
y cantando en silencio a medida que escribes.
trayéndote en sus alas la palabra dormida
que luego tú despiertas y la vistes de rosa
para que siga su ancla en mi piel,
aún más metida.
esculpieran en mí, penas de alabastro
y sigo tras la puerta que,
de tanto no cerrarla,
ocuparon mi casa las desdichas
con quienes voy viviendo atropellado.
dañó por vez primera la blancura de tu piel blanca.
Allí donde mis células te amaran todas juntas
como orquesta que interpretan mi música
pero que yo no dirigía.
sin que tú lo supieras… ya lo estaba
y sigo allí, saeteado de anclas en la arena.
@ManueL.
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