Pretendo esta noche
dilatar hasta que reviente
el breval moribundo
dónde aún existe.
Quiero encontrarlo,
llegar a su morada
y extinguirlo.
Quizá duerma en los pliegues
de la piel que te llevaste,
quizá asome diluido
en los torrentes nocturnos
que mojan mi sueño
y vuelven putrefacta la epidermis
de la noche alguna vez amada,
impregnada en los poros de mi cama.
No escondo nada
ni soles, ni olas, nada
vacío la almohada.
Tengo que levantarme
entre los muros de mi casa,
revertir el desaliento
que a veces te llama
el lamento que te guarda.
Dejarme de avatares inútiles
y morir a bien,
en la muerte que resbala
de la cornisa a mi calma.
Debo entonces sumergirme
olvidarme de un solo golpe
si pudiera, para que no quede nada.
Y no sea posible ni motivo,
el derrumbe que me abata,
cuando abra los ojos
y esté consumida en la memoria
del hombre y la palabra
que no tuve entre mis brazos.
Buenisimo.
ResponderEliminarVerdaderamente buenas tus letras, un placer visitar tu ventana.
Un abrazo.
Jose Miguel.