¿Cómo podré decir al mundo
lo que siento?
si asombrada me miro
entre estas luces y que
no es mío su soporte?
No soy yo quién crea,
es este sentir que vive
ajeno a mí y me sustenta,
¿Quién de los dos conoce?
¿quién se alimenta de quién?
Pero él no me contesta,
a veces no marcamos el paso
yo lo niego y él, me descarna
con sus seres y flores extrañas.
Yo con mi asombro,
sola con mi asombro,
sola, a flor de labios
mirando como libera
mi sentir al viento,
como hojas presurosas.
Y me sorprendo ante
sus tallos mudos,
¿quién eres tu que creces
a pesar de mi extrañeza?
Me saca de dentro
seres secretos, cosas sueltas,
algas, lágrimas y acaso
aquella última esperanza que
un día guardé para olvidarla.
Un beso visto del revés,
que se convierte en agua,
una mano extendida
que un deseo derramase,
posándose sobre el papel
para asomarse.
¡Si consiguiera
palpar con mis manos
mi sentir cuando vuela
y sus huecos enormes
volando entre el verde,
del eco y de los árboles¡
Quizás lo desterraría
por otros cielos,
lo destituiría del cargo,
de la guardia relevarlo
o darle un escarmiento.
Para que así velara
por lo más frágil
lo más pequeño, que bien
pudiera ser,
mi cielo interno,
todos mis pensamientos,
mis arenas del sueño
en el secreto solemne
de mi sangre y de mi beso.
Y dejarlo dentro,
cautivo y preso,
anclado y bien sujeto,
ahogar bajo la cumbre nevada
de mi pecho, el clamor de tu recuerdo,
sin que notes que desde entonces te espero
Y acunar en las estrellas
el nuevo sueño ante tu ojo ciego
que me habita y me acompaña
a través del tiempo.
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