La sombra del planeta,
se nos va haciendo más larga
y señales de cansancio
pueblan su alegre cara,
en las que el error humano
ha ido dejando sus marcas,
como el agua del arroyo,
cuando por la arena pasa.
Y comienza a revelarse
y toma dirección contraria,
nuestros pies rozan el suelo,
en un caminar que clama.
Ya los distintos colores
no se pierden en su estampa,
manchamos el azul del cielo
y el verde de la esperanza.
Hemos perdido unidad
y el lucro es el que nos manda
y va impregnando los campos,
de los aromas que emana,
abusos, guerras, injusticias
nos están manchando el mapa.
Mientras sobre el duro hierro,
los apaños se preparan
para gastarse el dinero
que el hambre pobre no palia.
Siendo la tierra de todos,
¡y su riqueza no es franca¡
no se reparte su masa
y esta se resquebraja.
Un coro de improvisados,
que se creen amos del mundo,
nos roba hasta que su vista alcanza,
el mundo se siente solo,
se le seca la garganta
cansada de mandar sones,
mensajera de silencios
habitantes solitarias,
de un mundo que de indolente,
es una masa fantasma.
Y en el ambiente se palpa,
un raro desasosiego,
nacido de los abusos
y de la conciencia su falta.
Ya no vemos en los campos
como los trigales bailan,
en medio planeta trepita las armas
y se hace viejo al alba.
Son momentos de locura
de agitación y batalla,
contra un reloj que nos marca,
carreras, voces, alarmas…
¡Quien pudiera evitarlo¡
y hacer de mi pecho un sagrario
con cuentas de amor, calor y amparo…
es oscuro el horizonte,
y los pájaros callaron,
durmieron las mariposas
y el sol se oculta llorando,
pero aún tenemos tiempo,
de salir de este letargo,
rompiendo la voz y levantando las manos.
¿O pedimos un milagro?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Huellas.