Me voy yendo, ya no llueve, te pienso y se reposan las nubes y las charcas, estás en el aire como un golpe de espuma bañándome la frente que recoge el universo
Cuando te acercas
respira mi piel dosis de azabache
en tu mirada cautiva.
Cuando te acercas y te vas,
se arremolinan las distancias de la voz
que se quedó dormida entre mis cuartillas
esperando el despertar del día.
Si te vas,
interrumpo las melodías del último dolor que recicla el aire.
Recompondré pasados entre lanzas amarillas
murmuraré crepúcuslos de aire y fuego.
Seré rumor y burbuja
de primaveras en silencios
para que el calor de tus sonrisas
sepan a fresa, jazmín y manzana,
Y romperé los besos que quedaron
prendidos en las ventanas.
La distancia es una frontera de aire y lágrimas que pueden convertirse en gritos de esperanza.
Porque el vacío –puede también canjearse en alas para volar donde los versos se quedan sin palabras y donde las mariposas se hacen cielo, allí te espero.
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Huellas.