CaidaS...

De qué te duele a ti  mi soledad, si mi desolación no te roza ni de lejos.

No quiero mirar, veo estatuas sonriendo en muecas remotas, máscaras de cartón congeladas. Yo ida, tú ausente…solo nos une el cielo y el mar, lunas y soles, mareas altas y bajas y todo sobre la nada desbaratada.

Te ofreces con temor, ofreces algo sin peso, tus favores son etéreos, carnavales de silencios, cantos profusos que ilusionan por dentro, quiméricos discursos de sonrisas para evitar ríos de lágrimas, decorando deseos desde el paredón amable de los sentimientos, palabras sin peso, vagos propósitos, vacuos consejos, que aún queriendo no llegan lejos.

Aire, aire, nubes y espejos, reflejos inertes, sacrificios de cuento, imposibles latidos, palabras y letras sin fundamento.

Nada que de lejano no se haya convertido ya en leyenda pasada, en soliloquios cansados, miradas moldeadas en arcilla sin fuego.

Cómo me brindas compañía, si habitas un mundo ajeno, dónde no me alcanza tu risa; ni me alimento de tus besos.

Ojos y manos que etéreos, tocan y ven el sueño triste del vacío, o de la sangre reventando surcos imaginados, tus brazos no rodean mi talle, ni tu agua calma la sed que padezco, ni mi lejanía prende el fuego que te quema por dentro.

Deja los milagros para los Santos,

los altares, para los rezos

para qué tanto, tanto de nada

Si ni me tienes, ni te tengo.

Es obvio que es imposible convertir en sonrisas los besos fugados y en ilusiones y absurdos, los silencios agudos, y que… todo se palpa para que no caiga sobre el tiempo perdido, fulminado por el rayo de una realidad rompedora y brutal que manchan de negro el paraíso soñado.

Paro aún así, cerraré mis ojos al tiempo y dormiré a la orilla de tu sueño.