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La Tierra

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jueves, 20 de septiembre de 2007

Una constante...


Una de las maravillas de las que puede gozar el ser humano, es la de la comunicación espiritual, que se establece por diversos caminos, uno de ellos, para mi, el más hermoso, el de la poesía, gracias a ella nos apartamos en cierta medida de nuestro “otro” yo, el material, el egoísta, el egocéntrico, el yo que nos hace caminar al unísono con el mundo en que vivimos, saturado de circunstancias que lo enferman, a veces ajenas a nosotros mismos, y nos adentramos en otro mundo de infinitos matices y diversas sensaciones.

Para mi escribir es una constante en mi vida, hace ya… ni lo recuerdo, y no me resulta en exceso complicado, aunque no siempre fluya el verbo, pero siempre lo que escribo es lo que siento y brota del fondo de mi alma y responde a una llamada interna e intensa.

La poesía se hizo mi terapia a cualquier mal que me persiga, mi sucedáneo, mi confidente, mi ojo, mi necesidad, mi desahogo, la fuente donde van a parar las aguas de mi río interior, mi compañera de viaje, aunque solo sea para deleite personal, pero sin duda le da “otro” sentido a mi vida.

A veces necesito compartir un dolor, un desamor, mi corazón… otras es mi alegría que necesito expresarla, darla, dibujar mi alma, cantarla, y otras veces es reclamo y rescate de las cosas del pasado, para así darle más sentido al presente.

Esta compañera de viaje, no es solo colorido de flores y de amores, es un fluir que me transita de sentimientos y vivencias a los que yo, les pongo rima, y me hace sentirme un todo, para llenarme del éxtasis de cada momento recogido, porque cuando se está llena de sensaciones, la poesía brota espontánea, adquiere más pureza y justifica su razón de ser, eso hace que escriba disfrutando.

Casi siempre la poesía tiene más fuerza que armas trepidando, que un repique de campanas desde varios campanarios, se funde con los cohetes, con la música y el canto, con risas y llantos, con una pasión inmensa, con un amor desbordado, o con gritos de reclamo, hierve la sangre del pueblo, desboca a los enamorados, es entonces cuando se viste de largo y las pasiones afloran como flores en su tallo, cuando aparece en el cielo, el brillante sol de mayo.

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