De tanto que ardió mi corazón,
Ardió tanto, tanto ardió,
que al cerrar tus ojos,
el fuego se apagó,
Y fue tanta la ceniza,
que tanto fuego creó
que esparcida por el aire
a tu corazón manchó,
ya sin corazón, sin poder sentir,
destrozadas mis alas,
las viste partir,
hecha jirones el ala derecha,
la izquierda agarrada al sol,
abrazos de aire eran mis plumas
mi boca era el silencio
disfrazado de caricias,
sin más dolor,
que el que produce el amor.
Cerré los ojos del alma,
para no ver mis heridas,
y subí cegada al sol,
topándome con la luna,
nunca me dijeron que la luna...
era sorda, gitana y muda.
La luna es gitana.
ResponderEliminarNo es sorda ni es muda.
Oye los cantos de los enamorados,
habla de amor a quien no lo está.
Manuel.