Te observo , a cal y a canto
de ojos abiertos,
absortos, quietos…
imagino con calma
las puertas de tus horas,
exprimiendo el caudal
de tu fantasía,
bañada en soledad
y en el humo de tu cuerpo.
Tu frente posada
en la trampa de tu mente,
y al anhelo de tu pecho,
esperando en el tiempo.
Si no cerraras y abrieras
tanto ese pecho,
como las puertas que abre y cierra
el viento en la tormenta,
quizás me hubiera ido para siempre,
pero aquí me tienes,
subyugando el aire,
buscando signos para definirnos
y desamarnos en su silencio.
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Huellas.