Estrujé las soledades
en las aristas de mi cuerpo,
prensé entre mis manos
el deseo de los sueños,
corté la magia,
la fantasía,
y sangró la pasión
que nunca fue mía,
bailando en su agónica
congoja, la última balada
del silencio,
se hizo vieja la espera
entre los sueños
imitando caricias
en la absurda lejanía,
mi memoria ni es tuya ni es mía,
camina vacía entre tus lunas,
dejé el recuerdo
entre mis pechos
y le puse un marco de olvido
a tu retrato,
con la dedicatoria del anonimato.
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Huellas.