Sueño y Vuelo, aunque me caiga luego...

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Corramos... Hay que salvar el planeta.

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La Tierra

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viernes, 9 de noviembre de 2007

Yo siempre Puedo


Seremos reales, llamaremos a las cosas por su nombre, el cielo no fue suficiente en esta historia de pérdidas y perdidos y con los ojos cerrados y la mente dispuesta, nos abandonamos a una muerte anunciada, anunciada porque ya era una tela de araña de medidas perfectas, ya se precipitaban al vacío los hilos inconsútiles, sueltos, no era más que una historia condenada, después de todo, resultó ser tan mortal como todo lo es y enfermó como hoy enferma todo.

No fue mentira, pero ahora es bien mentira lo que se recita, hay quien se hace poeta ( si se puede llamar así a la lírica) entre las mentiras, con palabras prematuras en las bocas.

Con una simple sonrisa se renueva el laberinto, se cose y se borda el roto, y luego la herida, la brecha transparente, el engañoso pilar que sostiene la cordialidad, mientras la araña de la credulidad te paraliza.

La sangre blanca que no roja, ya no se para en los cauces marcados y la verdad al final estalla ametralladora, y asesina gaviotas, mariposas pero no panteras.

Cuando ya no se necesita el alfeizar de la ventana, para recostar el vacío, se despeina el mal humor y se vuelve de brumas la mirada.

Pero yo me visto de calma, cuando los demás se dan por vencidos, y en vez de vestir de desconcierto los aleros de mi tejado, me visto de silencio y soy la rubia marea de pan venidero, la sólida textura de la esperanza que anda descalza por mi casa, sin hacer ruido pero notándola, el hambre tostada en la era por los soles del otro día cargados de luz chillona que ciega y hace sonreír a la sonrisa más pétrea, y de la herida hago el lecho tierno para un rubor de amapolas… que a otros besos me lleva, y junto al trigo diario, compitiendo con la sombra, los girasoles…

Y ante todos los acontecimientos aunque no siempre lo haga, soy capaz y muy capaz de quedarme en el instante mágico que me lleva al horizonte amarillo del mediodía, y al abrazo de terciopelo y caracolas, a una caricia de espuma y viento y a los besos de aire y sal que me regala el extenso verde del mar mío tan cercano, el que me habita dentro.

Y respiro de nuevo ese aire abierto a la luz del cielo, mientras los árboles se doblan y la tierra se hace hueco en mis zapatos, a pesar de los pesares y de todos los malos momentos, a los que yo como siempre, fuerte y valiente en buenos convierto.

Yo, siempre puedo, porque soy valiente aunque tenga miedo, porque aunque sea la noche, está el día y porque doy vuelltas con el mundo si me mareo, yo, siempre puedo.

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