Mira como encerraste el aire
en una botella,
ese que ensanchaba mis pulmones
regenerándome la vida,
como se envasan las cosas
absurdas, que no se destapan.
Le pusiste una etiqueta,
con nombre equivocado
y la tiraste al fondo
de la alacena,
allí donde esperan los víveres,
para ser consumidos
un día del menú
de la semana.
Y no te culpo por no saber
poner nombre,
a algo vital y necesario,
me culpo yo,
de hacer mía cada letra
que no se equivoca.
Me culpo yo de poner aire
a mis alas y volar
por las palabras
quedándome en ellas
atrapada.
Me culpo yo de derramar ternura
hasta quedar extenuada
por alguien sin tiempo
para nada.
Me culpo yo
por reclamar mucho
a la nada,
por quedar ciega sin luz
dejándola toda en tu mirada,
me culpo de arrastrarte a mis aguas,
sabiendo que tu no tenias brazos
y en ella te ahogabas,
tú no entiendes de mares,
de miradas, de abrazos,
de palabras
solo entiendes de arcilla, de piedras,
y en ellas te abrazas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Huellas.