El pez tiene los ojos desorbitados
de tantas mareas vividas,
puede ser que sea de las ansias
de encontrar un mundo exterior,
sin tanta marejada
y tanta alambrada,
donde ensanchar
sus ahogadas branquias,
a causa de beberse a chorros
el triste océano.
Mientras la tierra,
bebe del sudor de las lágrimas
y espera arrodillada
sus huellas mutiladas,
sobre la sombra incierta
de la aparente calma,
y el hombre “tonto”,
atrapa el huracán
entre sus manos sucias
de poder y de injusticia,
invalido de razón
y lleno de nada,
que tonto es,
¿qué espera de mañana?
¡Qué pena de su cordura!
infectada de inmateriales estructuras,
mosquito que se cree mastodonte
sin tener trompa
y atrofia todas sus conexiones
como nervios de neuronas escapadas
de sabio dormido e inconsciente,
vendiendo todo lo que tiene,
hasta la vida y la muerte,
Hombre… ¡pero qué tonto eres!
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Huellas.