He llegado como un pétalo bravío
con mi vientre de mar y caracola,
desnuda y tuya
siempre…
inalcanzable,
como ojo que golpea la duda,
sacada de la lluvia
que emerge tras el diluvio
de los pájaros,
llegué a tus praderas
desde largos vuelos
y me fui derramando
poco a poco
en tus senderos,
para hacerlos
un lugar donde el amor
pueda entretenerse
y no acabarse,
y no cortar sus ramas,
si fuera verde.
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Huellas.