Te fuiste colando en mi interior
como una estación en la tierra,
alimentaste los surcos de mi sensibilidad
tallándote en la piel de mi horizonte,
ausente, te invoco
con el latir de mi espíritu deshojado,
con mi abierto de manos,
con mis brazos blancos,
desnudos, suaves, al compás de tus ojos.
Me arañas el alma,
la garganta,
las ganas,
levantas mi piel,
me tiñes los labios con las yemas
de tus dedos descarnados
que hundes en mi carne.
Te siento en mis pupilas,
en los latidos de mis venas,
turgentes y rojas que erosionan tu sangre,
y yacen junto a las ramas de mi corazón empapado…
asaltas mi cuerpo y cuando cierro los ojos,
me muero de miedo.
Y es cuando sé,
Que no podré acallar la manada de lobos
aullando dentro de mi alma,
intento arrancarme a jirones
todo el sentimiento acumulado,
intento desgarrar la carne jugosa del amor,
y destrozar los pezones del placer…
ahogar la más pura esencia
de una mujer enamorada,
queriendo así amurallar
la fortaleza infranqueable de mi pecho…
En mis aullidos imploro,
Un corazón más fuerte
Para volver a nacer.
Me desarmaste.
Me siento como fiera enjaulada
Arañando las paredes de la calma.
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ResponderEliminarHola Gabriel, gracias por tu lindo comentario, no estuve en ninguna parte, en mi blog está la señal de que escribí y no me fui, quien me quiere y quiere saber de mi, sabe donde encontrarme.
ResponderEliminarQuizá seas tú quien no entró a visitarme o tú quien desapareciera no?
Un placer saber de tí.
saludos.
Uys me salió anónimo, perdona, soy Antares.
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