Sueño y Vuelo, aunque me caiga luego...

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Corramos... Hay que salvar el planeta.

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La Tierra

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domingo, 30 de marzo de 2008

Pequeñas Grandes Cosas.


Esta mañana vino y la sentir llegar de forma peculiar, no suelen ser mis mañanas con tanto alboroto, cerrados aún mis párpados, igual que la aurora llega en un gran carro de claridad y aplastasen mis ojos, así abrió mi hermana la puerta y la persiana de mi cuarto, sentí un crujir de luces y una voz cansina,” arriba vamos que te invito a desayunar, vamos al puesto de los churros que íbamos con papá”.

Las puertas del balcón se abrieron de par en par y una corriente de aire y de luz me obligó a abrir y cerrar las puertas de mis ojos.

Me levanté de un salto y en poco tiempo estábamos sentadas delante de dos tazas humeantes.

Carla me miraba, me cogió las manos y abrió mis dedos para ver las enramadas rayas de las palmas…

¡Qué delgadas tus manos¡ y siguió sin tomar aire hablando sin descanso…

Alba quiero que sea todo como antes- estaba seria- detrás de su pelo se veía el mar y el sol me daba a mí de lleno en la mirada frente a ella.

- El otro día fui a buscarte, te encontré cuando salías del trabajo a la universidad, te seguí en esos actos tuyos tan extraños y únicos y no te dije nada, es que Alba, hay algunas cosas que no sé si me gustan de ti, te apartas de la familia y te haces cada vez más solitaria, vine dispuesta hoy a decirte algunas cosas y a pedirte que vuelvas a ser la chispa que encendía nuestras vidas, si papá estuviera aquí, no tendría que decirte todo esto.

Yo me quedé triste y Carla agarró aún más su tristeza.

- Entender parece algo dificil a veces, pero tú últimamente también me lo pareces, te decía que te seguí con la intención de alcanzarte pero me llamaste tanto la atención que no quise romper ese instante, ibas con los ojos brillantes, andabas suave, abstraída, sin fijarte en nada ni en nadie, por eso no me viste, yo no sabía si reír o espantar las lágrimas, Alba, llovía a mares y caminabas bajo la lluvia torrencial, seguro tú ni te acuerdas, la mayoría de la gente iba refugiada en sus paraguas o se paraba en los portales, en cambio tú desafiabas esa lluvia torrencial, con el mismo paso de siempre, sin paraguas, a cabeza descubierta, te miré, el agua y el viento alborotaban tus cabellos y luego se te pegaba a las mejillas, el agua te caía a chorros y una inmensa ternura me sacudió mientras te miraba, el caso fue magnífico, me conmovías y me hacías sonreír, pero dentro me dolía…

- Luego claro enfermaste, cogiste un catarro que te tuvo con fiebres dos días.

Si, me acuerdo.

- Alba solo quiero que me digas que te pasa, solo quiero que vuelvas a ser la que eras.

Carla no digas eso, yo soy la misma, ya me conoces, solo que ahora busco más la soledad, y soy así, me gusta la gente que ve con ojos distintos a los demás y todo lo que hacen, siempre he considerado las cosas de distinta forma, quizás porque he vivido siempre al lado de gente muy especial, que nunca estaban satisfechos y vivían en un cambio continuo o solo eran ellos tal cual, que sabían dentro lo que estaba bien o estaba mal, y estoy agradecida por eso, ya sabes que el abuelo ha sido la pasión de toda mi infancia, noté desde pequeña que él era distinto a los demás, yo lo observaba, lo adoraba y aprendí a acostumbrarme al hecho de hacer las cosas distintas, no me enseñó nada distinto a lo que él hacía, y no lo puedo remediar, toda mi vida he seguido después huyendo de lo simple y de las normas, me gusta la gente con esa pizca de locura que no les hace caer en la rutina, aunque a veces caigan de una nube como yo… aunque nunca sean felices, no te preocupes por mi, estoy bien, no alertes a mamá, aunque no se alertará, desde pequeña siempre vi, que ella ya me vio a mi…

- Pero Alba contigo nunca se sabe lo que va a pasar y es uno de tus atractivos, pero nunca pides ayuda.

No te preocupes intentaré acercarme más y no me importa que vengas, hazlo cuando quieras, eres extraordinaria y sabes cuanto te quiero, pero déjame ser yo misma, yo no pido nada más.

Bajamos ya la calle, ambas con una sonrisa para si, el aire tibio de la mañana levantaba los cabellos de carla y observé con alegría que estaba más tranquila y cuanto me quería…

¡ Yo también te quiero carla¡

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