Me encanta tu mirada, la forma en que me miras, el bajo tono de tu voz, tu manera de hablarme y de acariciar mi vientre plano de alabastro, como juegas con mi ombligo adornado con mi procaz y estrambótico piercing, que tanto morbo te cusa, como cierras los ojos oliendo mi sudor temprano, aromatizado por las minúsculas partículas que la brisa marina filtran paulatinamente por cada uno de mis poros.
Y como me comes a besos y me revuelcas justo en el lugar donde la espuma de las olas deja una interferencia de caricias infinitas sobre la arena, salando y endulzando el aroma que provocas con tus besos, en esta increíble historia que despierta los latidos de mi alma allí en tu cuerpo.
Las caracolas se mueren de envidia a nuestro paso, viendo como me quieres y como te amo, y como con nuestros cuerpos en la arena corazones dibujamos, el mío marcado en la arena y el tuyo flotando en el agua, se acercan, se cubren y se abrazan, mirando a la bahía con celos de brisa.
Me encanta allí en la orilla como entre golpes de nácar, y arrullos de agua, derrochamos la pasión inmensa… inundados por los atardeceres rosados cuando el sol agoniza en el horizonte su línea infinita, brillando la luz ya mortecina en el agua cristalina; y toda la playa se puebla de mis risas, me gusta…me gusta, me incita a inyectarme una sobredosis de tus labios de espuma.
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Huellas.