Esta tarde miro por la ventana,
llueve,
la vida pasa junto a mi,
entre el roce del cristal
y mi cuerpo quieto,
tan frágil frontera
me divide la sombra
y ya no sé de que lado miro...
Huye el agua del mismo modo
que huyen mis miedos,
secretamente viejos
te lo confieso,
no sé si es esto
un cielo hipotecado
o un infierno regalado,
tal sudario de renuncias
del que no me he inmunizado,
y ahí estás tú,
como si nada hubiera pasado.
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Huellas.