Doble Tormenta

No sabía adónde me dirigía, aquella tarde salí sin rumbo a pasear, a pesar de que las nubes caminaban ligeras y oscuras muy por delante de mis pasos con una amenaza de tormenta.
El viento me cortaba las mejillas, el chaparrón de repente y en instantes lo había convertido todo en un barrizal, de manera que me costaba andar deprisa, tuve que recogerme la falda larga, ropa muy poco adecuada, aunque la tormenta en pleno verano ni pudiera ser imaginada.
Creo que aquella tarde lo único que quería era imponer disciplina fría y férrea a mi corazón, no dejaba de pensar en la forma que su mano había tocado la mía, era como un halo de fuego en medio de una tempestad silenciosa, quise caminar sola con el rostro hacia el viento, y el desconcierto dentro.
Me encaminé hacia casa en medio de los ecos que resonaban en la bóveda, la difusa luz llenó de color y sombras el parque, la alameda y las vidrieras, y yo, seguía sintiendo su mano amplia, firme y cálida junto a la mía, provocando una corriente eléctrica.