Sueño y Vuelo, aunque me caiga luego...

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Corramos... Hay que salvar el planeta.

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La Tierra

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jueves, 2 de octubre de 2008

DESCRIPCIÓN.

El tren comenzó lentamente a salir de la estación, Lorena alzó la vista del libro que la mantenía ocupada, para ir perdiéndola de vista, su padre con la cabeza en su hombro, a veces hablaba y otras dormitaba, el traqueteo le hizo abrir sus ojos perdidos en la nada.
-Lore hija ¿ya salimos? – si papá acabamos de hacerlo, ¿necesitas algo?

En el asiento de frente unos ojos la observaban, ella se irguió en la butaca y le devolvió la mirada- qué extraño color de ojos, entre azul oscuro e índigo, nunca había visto unos ojos como aquellos, ¿qué estará pensando? ¿Porqué me mira así?-
Él sonrío primero con los ojos, luego sus labios dibujaron una media sonrisa y en sus ojos relucían chispitas de ironía, como adivinando sus pensamientos.

_Buenas noches Señor, Señorita… Soy Álvaro de la maza su compañero de viaje.
Lorena contestó al saludo y de repente oyó la pregunta:
¿Hace mucho que perdió usted la vista señor?

Lorena se encogió en su silla sorprendida por la pregunta con aquél cariz de confianza, pero su padre se limitó a decir con la misma confianza: hace ya dieciséis años.

- Entonces no ha visto usted a su hija desde que era una niña, ¿me permite que se la describa?
Lorena no estaba preparada para tal sugerencia ni para el interés que de pronto iluminó el rostro de su padre y sin tiempo de protestar sobre aquello,oyó como su padre decía:
-¿Lo haría? ¿De verdad que lo haría?

Álvaro miró a Lorena mientras ella sentía el calor de sus mejillas.
- Con sumo placer, -e inclinó la cabeza para observarla- me temo que ya la hemos ruborizado, es un rubor muy delicado, del color de las nubes, ese tono rosáceo que adquiere la bruma al amanecer, ¿recuerda usted el color al que me refiero?
-
- Si, contestó su padre con gesto pensativo.

El rostro tiene dignidad, no es exactamente esquivo, pero tiene una manera de levantar la barbilla que haría frenar a cualquier hombre, es más alta que usted y más blanca el color de su piel, creo que es la barbilla, por cierto con hoyuelos y una postura erguida y un aire reposado ( no sé si disimulado) que la hace tener presencia, pero a mí no me alcanza hasta la nariz, así que debe medir alrededor de 1,72, parece gozar de buena salud, aunque se la vea delgada. Tiene un aspecto excelente.

Lorena a medida que escuchaba sentía que de un momento a otro iba a explotar…

- cuando parece que se va a enfadar el rubor se le cambia de color y ya no es el de la bruma de las nubes al amanecer, sino que adquiere el color de un vino tinto ligero, se extiende desde el cuello hasta las mejillas, hasta un poco más allá del cuello y por lo que puedo apreciar su piel es suave y pálida.

Papá, interrumpió Lorena ¿podemos ir a la cafetería?, pero su padre tenía el rostro inclinado y una sonrisa en sus labios.
- El cabello –continuó Álvaro- es de un color oro mate allí donde las luces lo iluminan y cuando no, es como la cerveza, al servirla, lo lleva sencillo, limpio, brillante y suelto, y no es consciente del resultado, hace que un hombre, piense en agarrarlo y dejar que le cubra las manos…- perdóneme señor si soy atrevido, solo la describo como siento al mirarla, y su nariz tiene personalidad, es menuda, graciosa fina, decidida…
- pero los ojos, creo que los ojos dan al traste con mi definición, si la miro me ahogo en marejadas de océanos mezclados con chispas de sol, y su boca , es pensativa, dibujada, muy bonita, que sólo ha sonreído al mirarle a usted, podría parecerme una boca sosa sin sonrisa, pero sé que es solo en este momento de circunstancia, y sus pestañas son largas, maravillosas, que no son rizadas como las de las muñecas ataviadas de rinmel, son lisas, pero tan largas y con un ángulo que le da sombra a sus ojos, y hacen que el color se vuelva dorado y se diría que detrás de ellas me está mirando… y confieso que nunca nadie me había mirado a través de unas pestañas, así como ella lo hace.
-
- Entonces su padre, alargó las manos al rostro de Lorena y lo recorrió durante unos segundos con lentitud e intensidad, acariciándole las mejillas y las pestañas.

- - Lore, eres igual que tu madre.

- - claro que si papá.

- ¿Es que nadie te lo ha dicho antes?

- No Papá, nunca nadie me lo dijo… como tú.

Lorena vio como su padre tenía lágrimas en sus ojos, sintiéndose ella también próxima a ellas…

Nunca se le había ocurrido, podía haber dejado que su padre le recorriera el rostro con su tacto y así hacerse una idea del cambio de niña a mujer, hacía dieciséis años que no la veía y seguro que era lo más deseado por él, además de que así podría reconocer a su madre, que murió al nacer ella, como pudo dejar pasar ese tiempo sin haberlo hecho…

- Gracias, le agradezco y más siendo un desconocido, la sensibilidad que ha tenido para darme uno de los días más felices de mi vida._dijo mi padre-
-
Álvaro no respondió, sus ojos azul oscuro, se abstrajeron y la sonrisa pícara se le había llenado de tristeza al contemplar aquella escena llena de sentimientos y ternura…

4 comentarios:

  1. hola karol, bonita historia, no se me había ocurrido escribir algo sobre ciegos,

    te cuento que por alguna extraña razón había extraviado tu blog, que bueno que llegaste de nuevo,

    saludos desde mi país.

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  2. Hola George, bienvenido.
    Me alegro que te guste el cuento, es más largo pero se quedó ahí.
    Un saludo.

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  3. Muy linda historia, voy a ver si consigo a ese extraño para que te describa ya que no te he visto desde hace un buen tiempo. ;)

    Te cuidas

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  4. Hola Bak, jaja muy ocurrente.
    pues yo el otro día te vi por el barrio.
    besotes chiquillo.

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