Sueño y Vuelo, aunque me caiga luego...

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Corramos... Hay que salvar el planeta.

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La Tierra

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lunes, 1 de diciembre de 2008

Juana.

Quizá un día sea capaz de escribir una novela con las anécdotas hermosas y otras no tanto que han pasado en mi vida, pero creo que aún me pasarán muchas más, por lo que aparco la idea hasta otros tiempos venideros, por aquello de captarlas todas, aunque cada una de ellas en su momento las adhiero a mi cuaderno de anotar la vida que siempre está abierto.

Siempre fui muy observadora e intimista, creo que aprendí a leer en el silencio, sobre todo en algunas épocas de mi vida, por ejemplo en la niñez y en la adolescencia, sigo igual, pero aquellos tiempos me traen muchos recuerdos, cuando el tiempo caminaba a tiempo, cuando las lluvias caían a su tiempo y el frío era fiel a la llegada natural de su estación, cuando aún quedaba algo de equilibrio y las cosas y algunos hombres respetaban aún su lugar.

Entonces llovía mucho más, recuerdo los inviernos de mis diez o doce años, había días que llovía tanto que parecían las tormentas de Louisiana, ahora hasta las estaciones como las personas queridas nos abandonan, o nos sorprenden, todo es distinto, es como una caja de sorpresas, las cosas, la vida, la gente y yo…

De siempre me gustó mucho el invierno, ese recogimiento obligado de la estación, será que como aquí tenemos mucho sol, porque nos dura mucho el verano, pues me gustaba mucho encender la chimenea, esa acogedora chimenea que al cobijo de su chispa cegadora de ojos absortos me llevaba a otros mundos llenos de fantasías.

Ahora esa casa con aquella enorme chimenea, está apagada, fría sin vida, pero entre sus paredes han quedado los recuerdos, hace sólo año y medio que no voy, desde que murió papá, no he vuelto a pisar esa tierra que es memoria y donde están esparcidas las cenizas de mi padre por voluntad propia, entre pinos, jaras, y gurumelos, ese espacio apartado donde se entreveía la luz entre los árboles en verano y brillaban las hojas de humedad en invierno, siempre resultaba un lugar de recogimiento espectacular, donde yo acudía a escribir.

A veces me pregunto si las cosas pasaron en realidad como las escribo, por aquello de mi extrema sensibilidad para todo, mi abuelo puso casi todos los granos de arena en mi torpe manía de escribirlo todo, según él así rescataba las cosas de la memoria, dama que muchas veces es infiel-decía él-, un día me dio un cuaderno, “anota las cosas que montan tu vida, no te olvides de las pequeñas, esas son las que te dan seguridad en el día a día, porque las grandes ya son importantes por si solas y difíciles de olvidar”.

Un día de verano a la hora de la siesta en el lutón del patio que daba a esa hora sombra, de frente a una pared blanca de cal, puso una tiza de color en mis manos y mirándome dulce y serio, me dijo: toma, dibuja, anota, escribe, cuenta lo que te alegra, lo que te entristece, lo que anhelas, lo que te preocupa y así descargarás siempre tu interior, te vendrá bien, ya verás. Creo que para una niña de mi edad, aquello fue un gran descubrimiento, pero ahora se lo agradezco, crecí y me hice mujer escribiéndolo todo rescatando así las cosas del pasado, para así en muchas ocasiones encontrar motivos y razones, ahora es parte de mi vida, a veces es sucedáneo, otras terapia y siempre es el hilo inconsútil que une la historia, mi historia y la de él, también serena el alma y valoramos la palabra escrita o hablada.

Recuerdo mucho una chica que era de mi pueblo y que, como en casi todos los pueblos creo, había una chica distinta, una persona según los médicos retrasada emocionalmente y que la ignorancia y los pocos cuidados de su familia, ya que no fue asistida por médicos especialistas, la hacían llamar la tonta, en este caso era conocida como Juana la tonta, una chica de unos veinte años, a la que yo miraba mayor por mis apenas doce años.

Siempre estaba sentada a la puerta de su casa, en una silla baja, de madera y aneas cubiertas por un cojín de ganchillo, me quedaba mirándola al pasar de la mano de mi abuelo cuando venía del colegio a diario, doblaba la cara hasta perderla de vista, mientras sus ojos apagados se encendían y sonreían, sentía algo que antes no podía definir, pero que más tarde descubrí como una conexión entre sus ojos y los míos.

Juana permanecía largo tiempo mirando el cielo, sentada en su silla baja, con una muñeca de trapo, ajada por el tiempo, sumergida en quién sabe que abismos su mirada y cuando los clásicos patanes del pueblo se burlaban de ella, le preguntaban con voz rápida:

“ Tonta qué haces, qué estás mirando? “

- estoy pensando-decía Juana.

- Y todos coreaban: ¿La oís? La tonta está pensando…

Pero ella no se inmutaba, y sus oscuras pupilas con misterioso brillo se clavaban en el tranquilo paso de las nubes por el cielo, que parecía como ella, pensativo…


Qué miraban esos ojos estriados de brumas como la noche, pensaba yo de vez en cuando si la miraba detenidamente, qué verá en las nubes viajeras que desaparecían en las eras, que será lo que piensa, cuando Juana contesta a los patanes: “ estoy pensando”.


Si le preguntaba a mi abuelo al pasar por su puerta y verla como siempre mirando, él me contestaba que su alma estaba en ese punto intermedio donde se juntan lo conciente y lo inconsciente, ese lugar que por alguna triste razón la simpleza saturaba su mente, pero que nadie sabía lo que su interior contiene, y que seguro que dentro tenía más de lo que sabíamos… mi abuelo siempre tan sabio.


Y yo al mirarla encontraba en su mirada y a la vez en mi corazón, una tristeza honda y pensaba que nadie sentía esa pena por ella, que nadie sufría sus desvelos y le decía :

- Abuelo ¿por qué no la llevan al médico?

- Hija mía, su mal no lo curan los doctores.


Luego me iba a buscar a mi madre a cuesta con mi tristeza que invadía mi gesto, mi sonrisa, mi andar y al llegar a casa le decía a mi madre que me gustaba Juana.

-¿Qué Juana hija?

-Juana la tonta mamá, que creo que no es tonta, solo está siempre distraída, o quizás triste, a lo mejor tiene esa pena honda de la que habla mi abuelo.

Mi madre insistía en que estaba malita y yo insistía “sólo está triste mamá, tanto que la pena le llega muy hondo y le hace huecos y entonces se hace vacío y camino dentro, llenándolo todo de pena, y mira al cielo, yo veo eso mamá…

Ahora ya en el patio no existe el tiempo, Juana está en ese cielo que tanto miraba, se murió a los pocos años, creo que de pena, el aire ya no es siempre dulce y el patio de mi casa ya no huele a Gardenias, el tiempo se nota en todo, mi abuelo no está desde que yo aún estaba creciendo, mi padre hace muy poco que se fue, y aunque ya crecí y no soy la niña que anotaba la vida, el cuaderno, mi cuaderno sigue abierto y creo que se cerrará conmigo, como se cierran todos los capítulos con su tiempo…

4 comentarios:

  1. Yo apenas tengo 5 años escribiendo. Me hubiese gustado muchísimo que alguien como tu abuelo me hubiese encaminado a la escritura, nadie lo hizo, aunque quizás no me hubiese llevado del consejo, ya que años atrás yo estaba en otras cosas.

    Escribir es un placer, recordar también. La lectura anécdotas como la tuya ayudan mucho, ya que hacen que uno se acuerde de esas cosas que no escribió.

    Mi gente diría que Juana sufría de mal de amores. Espero que no te estés sintiendo como ella, que estés mejor, porque morir de pena es muy doloroso.

    Un abrazo Karolita.

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  2. Hola Baak.
    pues no, a mi no me pasa eso,ni mucho
    menos sufro mal de amores no llega la
    cosa ni siquiera medianamente a esos extremos,no hay nada que merezca la
    pérdida de la vida,ni siquiera el amor.
    por cierto,Juana no estaba enferma de
    amor,si hubiera sido asi, se hubiera
    curado.
    En cuanto a morir de pena por amores,
    creo que esas cosas ya no ocurren y
    además ningún hombre merece tal cosa, por muy perfecto que sea no crees?
    Otro abrazo

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  3. ~~~~~~
    Hola,

    Silenciosamente, ayer tomé un paseo por tu blog, y he leído tus poemas y textos.
    La poesía tiene ciclos en los que me satura un poco. Los textos nunca me cansan, y eso es hermoso. Tu escribes textos muy agradables, y sólo puedo comentar sobre esto.
    Por qué no separas la poesía a otro blog?!
    Me gusta mucho de tus textos.

    Beso, Carolina.
    ~~~~~~

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  4. Gracias Tav, por venir y por tus palabras.
    Bueno hay gustos para todo. Me gusta ser diversa y mezclo todo en el blog para que no se haga pesado.
    De todas formas agradezco tu interés pero no sé si te refieres a que te saturan tantas poesías o que te saturan mis poesías, pues no suelo hacerlas largas.
    :) un beso Tav.

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