Sueño y Vuelo, aunque me caiga luego...

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La Tierra

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sábado, 9 de mayo de 2009

Fuerza en el Verso


Cuando se escribe se transmite una fuerza vital sin precedentes, y aunque algunos versos estén saturados de melancolía, en su fondo el tono que se transluce también lleva alegría y confianza, se expresa el valor de una escritura transida de esperanza.
Escribir atempera el paso de las horas, el alba, la noche, el mediodía, en el arte de amontonar o deshacer el tiempo y los sentimientos, como si fuéramos un cazador que hiere a un pájaro y este nos hace cantar al apresarlo, como una mezcla de armonía y dolor, para cantar la alegría y llorar lo doliente del mundo, la injusticia, todas las clases de hambres, las prisiones-las de barrotes y las otras- como también la expresión del amor y el desamor… las cosas del mundo y de la vida.
Yo sé que no soy escritora ni poeta, pero cuando escribo, me gusta ampliar ese universo, explorar nuevas formas expresivas, narrar historias en un verso, volcar la fantasía en los relatos de otros y de mí misma en prosas poéticas, me gusta ir en pos de un motivo nuevo en el que apoyar mis palabras, buscarle sus matices y precisar todo lo que pueda en la definición, buscando incluso una sensualidad más libre y más precisa, nunca lo consigo a mi gusto, pero me recreo indagando y descubriendo formas y metáforas.
Casi siempre me identifico como alguien que escribe “ de por libre” y me gusta meterme en el sentido epistolar, narrativo y poético, otra cosa es que no lo consiga pero siempre investigo, me gusta dejar en mis letras lo que aprehendo con la mirada, lo que siento, y me detengo sobre todo en la videncia inefable del gesto y el sentimiento que lleva el mundo, que también es casi siempre lo que yo siento, ese sentimiento que a través de los siglos el mundo va dejando y mutando en sus murallas y los vientos… suelo hacer que le añado a mi presunta rebeldía del “Ser”, a la que yo le llamo “alergia”, todo lo injusto y “apego” al resto del sentimiento, ni siquiera llego a acercarme a lo que intento, pero no desespero… pobre ilusa, pero a eso le llamo yo ilusión, otro sentimiento que forma parte del mundo y “del que y con el que” yo escribo… Ilusión, un perfume de la esperanza, que yo repito su nombre y mi corazón lo aspira y canta.
¡Ay si pudiera perfumarme la raíz de mis palabras!



Si yo supiera la fuente
de donde ella emana,
para hacerla correr
desde el comienzo mismo
y en su vertiente…
si yo supiera donde está su trino
que suena gratamente,
si encontrara la armonía de la creación
del verso ¡Cuánto disfrutaría!


Hoy he pronunciado tu nombre
que de tanto silencio,
ya me estaba doliendo
y me supieron más frescos…
tus versos,
aunque en medio esté ese muro, y
¡Qué gusto sería romperlo!

Pero en él quedan mis versos
que ya, no son un secreto.

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