Sueño y Vuelo, aunque me caiga luego...

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Corramos... Hay que salvar el planeta.

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La Tierra

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miércoles, 10 de junio de 2009

Este Jadír...

Ayer estuve con Jadír toda la tarde.

Él sonríe cuando le digo que cada vez que le veo, le encuentro la mirada más profunda, de quien sabe muchas historias que podría contar. En cambio él no es de mucho explicar.

Es su virtud. Tiene el pensamiento cómplice y además contento de tenerlo lleno de palabras y medir cada una que pronuncia, no es de parloteo inútil.

Y yo, sonrío cuando me dice que no se puede desperdiciar la fuerza y el torrente capaz de mover montañas, incluso la voluntad, que hay que aprender a oír los sonidos del mundo también en el silencio.

Me admira la calma con que enfrenta las dudas, esa fluidez que lo transcurre sin obstáculos.

Es su forma de vida, creo que adquirida desde una enseñanza en la niñez. No se interpone a la vida, y lo mejor es que resuelve observando las pequeñas cosas que todo lo explican, las observa de forma tranquila, recreándose en su mirar, y luego, si puede las roza, las toca, como si la mirada primero y el tacto después, las pasara finalmente a formar parte de la vida. Para él una mano, una mejilla, es percibida por una caricia, captura las cosas por su suavidad, su tersura, o su cansancio…

Dice que es como recorrer el mundo con la punta de sus dedos… alzarlos para tocar el aire, extenderlos para tocar la tierra, arriesgarse si toca el fuego, sentir la humedad si toca el agua… el aire, la tierra, el fuego, el agua, los 4 elementos… Jadír es un misterio.

Se me pasa el tiempo volando cuando hablo con él, incluso en esos largos espacios cargados de silencios, que no son el no saber decir ni el aburrimiento, no.

En ocasiones nos quedamos ambos mirando el horizonte, los árboles, el cielo, sencillamente el entorno, y de repente me sorprende…

-¿No te sorprendes como la sensualidad puede surgir de una piedra hasta darle vida?

- Mira esa estatua.

Y me quedo mirándola intensamente como queriendo ver como ven sus ojos, para llegar al mismo lugar donde se detuvo él.

-¿Lo ves princesa? Detén tu mirada en cada posición de sus manos, del doblar de su cabeza, ponle gestos…

Entonces son mis ojos los que atraviesan la piedra más allá de su perfil, de su figura y sin mirar a Jadír, le contesto: Si, es la sensualidad detenida, esa que encuentras cuando trasladas la tuya propia…

Y nos reímos al mismo tiempo con esa explosión de sincera sorpresa.

Así es Jadír, capaz de trasladarte a las cosas con sus ojos, esos pozos que capturan y guardan todo, llenos de curiosidad, de huida, de búsqueda con su sonrisa de Fakir como yo le llamo en represalia cursi por llamarme princesa.

Luego me mira y me suelta: “ Y si te miro a ti, eres como una niña de ojos inmensos con el pelo al viento, tus ojos hablan al silencio, cuando te pienso es eso lo que veo, están llenos de la pasión y el aliento por descubrirlo y retenerlo todo como un tesoro", luego se sumerge en uno de esos silencios que hablan por sí solos.

Hablar con Jadír es todo un acontecimiento, es entrar en la luz o en la sombra de una quimera o inundarse de deseos de alquimias… Y me veo nacer de mis huellas y vuelo, pero sobre todo, aprendo, aprendo.

2 comentarios:

  1. Es precioso tu relato, volveré a conocer los atrasados enhorabuena navegante

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  2. Hermosísimo relato amiga, me ah encantado.

    Besitos

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Huellas.