La Esperanza Intacta.

A Cristóbal le cantó un día el agua en la mirada,

limpiaba sus ojos en los amaneceres

como ríos cristalinos sin cauces

buscando que el torrente arrastrara la pena,

estuvo tanto tiempo encerrado en la cárcel de sus lágrimas,

que perdió hasta el sentido de la geometría de las cosas.

Afilaba su mirada

que solo acertaba a vestir de gris

el horizonte que perdió de vista…

“Decidme como es el cielo, el río, las estrellas,

decidme como es el mar y la alborada”.

Decidme como es el color de la esperanza intacta…

Cristóbal tiene una apariencia de cristal

de tolerancia, de comprensión, de transparencia,

lleva el tiempo dentro como un caracol

que envuelve los sueños,

y llena el corazón de estrellas y luceros.

Es un poeta que saca agua limpia

de la ciénaga, de la amargura eterna,

su corazón es un cerco ardiendo

que gira bajo un cielo de estaño,

donde brota el impulso, y el mar se abre paso.

Pero Cristóbal de la inocencia primera,

de la sonrisa abierta y sincera

no se ha desprendido nunca,

no solo porque hace mucho

que perdió la imagen del mundo,

sino porque no permitió que el dolor lo rompiera

y le añadió un paisaje humano.

Cristóbal se sumerge en un planeta extraño,

el mundo se le ha quedado ancho

como un niño que juega en un jardín ajeno

respirando el aire puro de todos los secretos.