Sueño y Vuelo, aunque me caiga luego...

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Corramos... Hay que salvar el planeta.

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La Tierra

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viernes, 24 de julio de 2009

Quieta...


En mi tierra hay playas maravillosas que te transportan al mundo de las sensaciones y la magia con más intensidad según se acerca el final del día, esa hora en que la serenidad está en el aire, cuando empieza la tarde y la luz comienza a morir todo cambia de tono según la luz solar, es como si el blanco se pudiera teñir en un instante de diversas tonalidades, la luz rosada anuncia la llegada del crepúsculo donde un rato antes brillaban los amarillos, y a medida que se acaban los segundos el cielo esparce violetas y morados hasta llegar al azul oscuro, es realmente mágico presenciar el proceso.

Si te sientas en la arena, si paseas con los pies desnudos en contacto con ella es como formar parte del cambio, como si fueras un elemento más y te fundieras con la madre naturaleza, en esos momentos llenos de paz las inquietudes se adormecen y la mirada se llena de reflejos incontables. Un poeta amigo siempre dice que son momentos adecuados y elegidos para buscar la memoria o el olvido.


Qué abanico de reflejos

se dibuja en mis pupilas

qué sabores me rozan la boca,

qué distancias mis manos abarcan

haciéndose de agua

acurrucando la sal derramada…

Esa es mi playa

en la que con el viento jugando

me abandono en la arena,

el almíbar no alcanza

los labios de la tarde

cuando la boca absorbe

la brisa desgranada…

Solo un pincel diestro,

pudiera pronunciarlo

y plasmar tanta magia,

mientras la tarde entera se derrama

en las aguas del mar,

rompiendo aristas blancas…

Qué bonita la noche

de silencios rescatada,

y la luna que entra mar adentro

y se queda en un espejo

de sombras atrapada, blanca blanca…

mientras la orilla rapta la arena,

y me dispersa y me arroja en el silencio…

Quieta…Quieta...

2 comentarios:

  1. hoy, en la playa, me sentí así, y al subir hasta casa, y escuchar el silencio de la tarde cayendo sobre la espalda de la montaña, al lado del mar, respirar y parar un momento (antes de que mi madre me lanzase por la ventana, con un lazo, para que no se perdiese... la llave de la casa... en fin! en ese momento la tarde se convirtió en sonrisa)

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  2. Calma... calma... acompasando al fugaz momento con la palabra, para que formen un todo, un mismo cuerpo y una misma esencia. Esa supongo que es la magia de escribir, la de dejar la palabras haciéndo que sea imposible entender el momento sin las letras que lo describen. Y esa es la magia: desvelar lo oculto, descubrir nuevas miradas y nuevas emociones... ver lo que es difícil de ser visto.

    Gracias por tu palabra y por la ternura de tu sentir, maga... y amiga...

    Un gran abrazo.

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Huellas.