domingo, 9 de mayo de 2010
Mis Inquilinas
Un día cualquiera de Abril, me despertaron de nuevo sus trinos, mis amigas las golondrinas repetían sus vacaciones en mi patio trasero, se ve que el año pasado, el primero, se lo pasaron de fábula y han vuelto a repetir su vacaciones estivales durante otros dos meses a mi lado.
Han estado semanas preparando su nido, increíble como las dos se turnaban para elaborarlo brizna a brizna, trinando contentas a todas horas, sobre todo a las siete y media de la mañana cuando se esmeraban por despertarme y hacerme partícipe de su algarabía.
Me conocen por supuesto, se acercan casi a mi mano, a la maceta que descansa en la ventana y se dejan hacer fotos, parece ser que me han elegido como familia, no sé que tiempo falta para que vengan sus crías pero no debe tardar mucho y el nido está completamente terminado, en un rincón de la pared del patio a la altura de mi habitación, y estamos esperando, al igual que el año pasado, estoy segura de que son las mismas.
A la hora en que la tarde se siente herida y muere el día cayendo la noche, se callan y se esconden en el nido, e interrumpen sus vuelos como un ciego compás sobre mis tendederos, como si un papel, fuera rasgado por la belleza de un verso sublime, un sueño de vida sin desfallecer, esperando la vida…
Cuando la noche decide caer sobre mi patio, las golondrinas abandonan la última frontera de luz para volver a su nido, hasta que devastan las huestes del alba siguiente con sus trinos, imponiendo sus penas y alegrías en los estatutos del día y hasta la noche.
He dejado de tender en el patio para convertirlo en un orto de lluvia y de sol y de trinos como briznas amorosas bajo la luz de la luna. A veces toman mi persiana picoteando como si fuera una llamada, yo salgo y les dejo virutas de pan y de cereales aunque no siempre las comen, pero se posan en el poyete de la ventana y no se van cuando me dejan mirarlas.
Cuando se funde la noche con el trino del alma, acaricia la calma su nido y mi ventana y en la mañana vendrá trémulo el viento cargado de trinos llenándome de sentimientos, cantándome a las orillas del alba… Un día tal como llegaron se irán, se irán las oscuras golondrinas de mi ventana, emprenderán su vuelo en la alborada después de anidar en mi alma… Mis inquilinas siempre tendrán sus alas y su nido cerca de mi ventana
Han estado semanas preparando su nido, increíble como las dos se turnaban para elaborarlo brizna a brizna, trinando contentas a todas horas, sobre todo a las siete y media de la mañana cuando se esmeraban por despertarme y hacerme partícipe de su algarabía.
Me conocen por supuesto, se acercan casi a mi mano, a la maceta que descansa en la ventana y se dejan hacer fotos, parece ser que me han elegido como familia, no sé que tiempo falta para que vengan sus crías pero no debe tardar mucho y el nido está completamente terminado, en un rincón de la pared del patio a la altura de mi habitación, y estamos esperando, al igual que el año pasado, estoy segura de que son las mismas.
A la hora en que la tarde se siente herida y muere el día cayendo la noche, se callan y se esconden en el nido, e interrumpen sus vuelos como un ciego compás sobre mis tendederos, como si un papel, fuera rasgado por la belleza de un verso sublime, un sueño de vida sin desfallecer, esperando la vida…
Cuando la noche decide caer sobre mi patio, las golondrinas abandonan la última frontera de luz para volver a su nido, hasta que devastan las huestes del alba siguiente con sus trinos, imponiendo sus penas y alegrías en los estatutos del día y hasta la noche.
He dejado de tender en el patio para convertirlo en un orto de lluvia y de sol y de trinos como briznas amorosas bajo la luz de la luna. A veces toman mi persiana picoteando como si fuera una llamada, yo salgo y les dejo virutas de pan y de cereales aunque no siempre las comen, pero se posan en el poyete de la ventana y no se van cuando me dejan mirarlas.
Cuando se funde la noche con el trino del alma, acaricia la calma su nido y mi ventana y en la mañana vendrá trémulo el viento cargado de trinos llenándome de sentimientos, cantándome a las orillas del alba… Un día tal como llegaron se irán, se irán las oscuras golondrinas de mi ventana, emprenderán su vuelo en la alborada después de anidar en mi alma… Mis inquilinas siempre tendrán sus alas y su nido cerca de mi ventana
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Algún día se irán dices, Bien .. pero que bellas son algunas cuando están cerca
ResponderEliminarNéctares
Las golondrinas se van pero siempre regresan adonde son amadas...y en tu hogar han encontrado amor ,cobijo y calor...volverán siempre...seguro.Precioso texto,me ha llegado...besos
ResponderEliminar¿Y las ramitas y pelusas que dejan por el suelo? Jajaja, también eligieron mi patio y es un placer recoger los restos a diario con la escoba... lo que no entiendo es cómo van a por más ramitas, con todas las que tienen en el suelo !!!
ResponderEliminarEs de sabios dar la bienvenida a las oscuras golondrinas y extrañarlas tras su marcha... la rendición anidó en nuestras moradas !!!
Hermoso post.
Besos.
Hay escritos que percibes que te gustan porque te llenan el alma. Lo notas porque, poco a poco, vas notando como el pecho se agita y el corazón se acelera.
ResponderEliminarEste, para mí, es uno de esos escritos. Sencillo, sincero, emocionante, sublime. No muchos recursos... no elaboradas figuras... pero profundamente emotivo, de esos que deja ver la belleza de quien lo escribe.
Tanto me ha gustado que muero de ganas de ver a tus preciosos inquiinos... Y de verte a tí entre sus trinos...
Me voy a descansar con una hermosa sensación. Muchas gracias y un gran abrazo.
(Más... más... más...)
Hermoso escrito con unas sencillas pero no por ello amables palabras que te invitan a seguir leyéndolo.
ResponderEliminarNo soy amiga de golondrinas, ni de palomas, gaviotas y demás pajaritos. Sé que por ello puedo parecer ó no tierna. Quizás tu ventana aflore a un nivel que no te moleste.
Yo tengo el patio hecho un asco, las plumas de tanto pájaro se las haría recoger una a una para que su nido aún estuviera más mullido.
Y en mi caso..si volvieran:
Cambiaría al más ruin de los hombres con quien poder dialogar a éstos bichejos que tan solo me dán alergia, ruido y plumajes.
Por lo demás tu manera de relatarlo, es exquisita.
Un beso mañanero, sin ruido, niña.
Mi Señora,
ResponderEliminarPus dichosos bichos
que a la susodicha
tanta dicha aportan
como, encaprichan.
Suyo y tan redicho,
Le saluda, Z+-----
Me encanta tu entrada :) me identifico porque adoro las aves de todas especies jijiji
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