Sueño y Vuelo, aunque me caiga luego...

Sueño y Vuelo, aunque me caiga luego...

Corramos... Hay que salvar el planeta.

Corramos... Hay que salvar el planeta.

La Tierra

La Tierra
.

viernes, 31 de octubre de 2008

El Amor que sientes...

Me Amas? te pregunto….

No respondes, no es miedo (que de eso no entiendes)
ni codicia (a ésa la dominas)
ni vergüenza(es algo que no conoces),
no es poder (de eso estás sobrado)
ni ignorancia (te has criado entre los sabios),
y no es sarcasmo (no lo necesitas),
tampoco es adulación (tienes más que la precisa);
¡es amor!
que pocos comprenden el amor que sientes, ese crisol oscuro que mancilla la existencia del mismo dios, mientras las manos se posan rojas en desperdiciados argumentos. Es amor, no me lo niegues, lo distingo entre los pliegues de tus versos.Soy un pespunte blanco para tus dientes ¿no sientes el desgarrado sonar de tus latidos? pun, pun .
La carne fresca te endentece y anima a romper las arterias y toda la sangre roja se coagula en borbotones salados. Te ofrezco mi desgarro dios silente, y una vez saciado perdonarás los pecados de Eva, tal vez entonces entiendas que la serpiente la encantó pero fue Adán el que mintió.
Siempre vagaras en busca del amor, tomando la ilusión entre tus manos y sonriendo con la pena de tu lado, caminando detenida y lentamente donde quedarte para siempre,
el hombre y el amor están condenados a llevarse eternamente.

Se respiran ambos el alma sobre la piel, y se intercambian la magia aunque lo sufran después, aunque vayan apagando las velas encendidas en todos los altares del presente y se vistan de penumbras quizás más tarde mezclando sus precisos desalientos con risas puntuales, y les duelan los futuros personales y lejanos y lleven a contrapelo los silencios y las dudas, ahora, en este instante mientras se amen, serán dos astros siderales.

jueves, 30 de octubre de 2008

Una Jungla.

No, no ensayes ese gesto de macho altivo agraviado. Esta ocasión ya no lo merece.
Si te encuentras en algún escrito mío es porque no hay día que no te tenga por motivo, pero no los de antes, te aseguro que ha sido grande mi empeño en romper todo indicio de que has pasado por mi lado.
Hice añicos la carpeta que contenía todos tus versos, también cercené tus manos, esas que tantas veces exploraron la geografía de mi cuerpo y te negué también la sonrisa de mis labios, esos mismos que susurraron mis poemas en tu oído, y al mismo tiempo que abortaba futuros recuerdos deshilachando papeles del pasado, se deshilachaba también mi corazón al que tuve que recomponer lentamente, muy lentamente…
He recordado una de las frases favoritas de mi familia: “No permitas que la hierba crezca en el sendero que une tu casa con la de tu amigo”, ¡Qué espiritual!
A veces no basta la voluntad, y en multitud de casos, aunque haya que lamentarlo, se hace imposible aplicar en la vida cientos de frases favoritas.

Confieso que me ha costado trabajo ser fuerte y no volver a caer en tus redes, confieso que me ha costado lágrimas de sangre superarlo y decirle adiós a este amor profundo pero atormentado, el amante cuando se enoja no puede ser tan despiadado, ese mismo amor debería hacerlo generoso y agraciado, sino, puede ser cualquier cosa menos amor, por eso un día afortunado fue pensado y madurado, y al salir… di un portazo.

No sé, no sé si tú aún me ves en el espejo, y te devuelve su reflejo algún gesto mío…
Pero creo que no hay jabón, ni detergente que borre de tus sábanas, el perfume a Jazmín y a Romero que yo llevo en mi pelo, esos rizos que germinaron en tu almohada y aguantaron sin pudrirse a causa de tanta miríada de lágrimas…
No sé si ya aprendiste a dormir sin un pecho al que agarrarte… aprenderás te lo aseguro, pero lentamente, si cada noche te deleitas naufragando en mi recuerdo… si, lentamente.
Puedo aconsejarte que solo lo igual combate a lo igual, pensando así pude empezar a superarme.

“No te hundas en el báratro de la esperanza” ella es muy hermosa, pero a veces sólo es un vocablo poético, que como te he dicho antes, la ocasión ya no lo merece, hace tiempo que yo ya contigo no lo utilizo, descabalé tu imagen idealizada a golpes de caricias- momentáneas- en mi alma, ya rebanada con el bisturí de la autopsia.
Es mentira que de un plumazo se puedan borrar unos momentos casi inolvidables-dije casi- pero eso el tiempo lo consigue sin esfuerzo- sencilla y naturalmente… Luego ya uno mismo se encarga de exorcizar el sentimiento que une; y tus poesías, esas, las tuve que descongelar primero para someterlas con esmero al escario de las llamas, luego tuve que llorar, que le voy a hacer, así es una de sentimental…
Pero aunque una lágrima furtiva y traicionera me nuble la mirada, he decidido que no la hierba, sino una jungla inextricable, comience a crecer en el sendero que un día unieron nuestros pasos.

miércoles, 29 de octubre de 2008

Todo depende.

¡Así todo depende de la fuerza y el arrojo!
¡Arrollar al mundo, a la vida sobre épocas y espacios¡
Duro y oscuro es el dorso y la batalla,
Bruno y osado es el reto del equilibrista.

Medir con la mirada el grosor de la bestia
Y volar sobre ella, de la frente a la culata.
¡Saltar entre espadas, alzarse, esa es la forma!

¡Todos vivimos desde un secreto que irrumpe!
Carcoma humana que acribilla el monte,
Focos frente a inefables rostros, erguidos torsos,
Codazos, empujones, para el recuerdo necio,
Las columnas altivas no saben hacer nada frente al cielo,
Es lo que soy, es lo que tengo.

Y todo es soplo, todo
Como el viento que pasa
Y que poco vemos, si no vemos
Más allá de todo aquello que se expresa.

Y seguimos en la lucha
(Elección inhumana)
Adentro de nosotros,
Contra nosotros mismos,
Esta multitud de ser
Razón y ser sensible,
Sencillamente humanos.
Culpa que es la culpa de tener un corazón.

Letras Desnudas.

Hoy quiero hablarte de mis letras, de todo lo que encierran y todo lo que arrastran, de las horas del calendario que fueron llenando.

Y quiero pedirte que las guardes en tu cuerpo como una ráfaga de trigos y amapolas bañadas de cariño bajo el viento, encerrarlas, por ejemplo en tu pecho y no dejarlas atrapadas en las aristas de la nada y el silencio…


Mis palabras
desnudas
en días de sol
y en noches oscuras
desde la insignificante sílaba
a la más trasnochada
de las metáforas,
desde las tildes
hasta las comas,
y los puntos suspensivos…
que se abren a la mente
con delirios.

Y no te angusties si ves que un día se desvanecen, quizá un día se vayan volando de mis labios y mis manos, de mis sueños…
Levantándose a las montañas, a los bosques, a los ríos, a la luna, a las atalayas… libres, sin ataduras.


Entre las estrellas
que se desatan
en la mirada tras la mirada
entre los labios
que me nombran,
quiero hablarte
de mis palabras.


Estas mismas por ejemplo.

A un instante de ser o perderse en la nada,
como un cielo de plomo sobre la nostalgia,
por eso te pido
que las guardes en tu pecho
sin esa lejanía que marca el eco,
dentro, muy dentro,
hasta que sea el tiempo quien las arranque de tu pecho
que mantienes abierto.

Arrebatarte.

Tocarte, sentirte
Unirte al día que soy
Arrebatarte…
Hasta el límite de mi amor,
Llevarte, aquí, hoy, ahora,
Arrastrarte como el viento libre
De la aurora.

Te he tocado y te he sentido
Sin que mi mano pasara
Más allá de mi mano,
Sin que mi cuerpo estuviera, ni mi oído,
Y de un modo casi humano, te he sentido.

Palpitante, excitante soñante.
No sé si como sangre o como nube
Pero errante y amante,
Pasaste por mi cuerpo
Sintiendo que no existía ni el modo ni el tiempo.

Corrías por mi casa con suelo de madera
Abriste mis ventanas
Y te sentí latir la noche entera,
Silencioso, terrible, guerrero y hermoso,
Sabiendo que sin ser, ya existieras.

lunes, 27 de octubre de 2008

La Pena Honda 2.

La PeNa HonDa II.

Aquella noche mi tía estuvo largo tiempo conversando con Marcelo, yo me esforzaba por no delatar mi intrigante curiosidad, y por deshacerme de la conversación que mi padre se empeñaba en inculcarme sobre los estudios que debiera comenzar el próximo curso.
Me explicaba muchas cosas que me resultaban difíciles de ordenar en un discurso, mi atención no era del todo para él.
La cena estuvo muy entretenida, mi madre encantadora y servicial, mi padre amable y cordial y mi tía solícita, raro en ella (sin hablar), solo tenía oídos para escuchar, mientras Marcelo, echaba brillos de lágrimas por sus ojos velados por la pena honda que parecía expulsar con sus palabras, imaginé que posiblemente le contara su historia, esa que no podía ni contar.
Llegó un momento de la noche que mis hermanos hartos de enredar fueron mandados a la cama sin rechistar y temí que mi padre hiciera lo mismo conmigo, pero me dejó un rato más.
Al día siguiente mi tía andaba como una leona despeinada, triste llorosa y silenciosa, parecía que una pena honda le acabaran de contagiar, me miraba con el rabillo del ojo, temerosa de lo que pudiera preguntar, sin hacerlo, me dirigí a comprar el pan tierno y los churros para desayunar, antes de salir me asomé al patio, el otro patio, el vecino, estaba solitario, y dirigí una mirada ansiosa a la extensa línea de playa. Recortado entre espumas a sus pies, andaba Marcelo, inmutable con su acostumbrado andar lento y sin ganas, todo seguía igual.
Entonces decidí cambiar de tarea a esas horas de la mañana, y pedí a mi madre que fuera mi hermana a comprar, me recogí el pelo en una coleta y me dispuse a hacerme la encontradiza con mi incógnita al que ya apreciaba con rara intensidad, ya no solo era curiosidad, su aura me había soltado la ternura adolescente, esa que cuando se da, es difícil de recuperar.
Me acerqué temerosa de no ser bien recibida en su buscada paz, y en un susurro pregunté- buenos días profesor, ¿ le importa que le acompañe?
Con un gesto, se limitó a decir,- date prisa, va a llover- me puse a su lado y caminamos sin que ya nos importara a ambos que cayeran pequeñas perlas transparentes que nos refrescaban la cara, las manos, y caían sobre los labios que yo me apuraba a beber, el silencio era largo y denso, traspasaba mi encendida ansia de preguntar y sin pensar, -supongo que debido al atrevimiento de mi edad- pregunte:
-Profesor, ¿qué pena tan grande ahoga su mirada? creo que es desmesurada.
Inmediatamente sentí el rubor en mi cara, ni siquiera las gotas de cristal me refrescaban, debí ponerme enormemente colorada, pues el me miraba las mejillas, como soy tan pálida y blanca, se me notaba mucho haciendo un efecto extraño.
Reinó el silencio, no pude sacar una sola palabra de sus labios, pero vi, como le brillaban los ojos y le temblaban las manos que las tenía entretenidas en hacer mil cabriolas con una pequeña caracola, entonces proseguí, - señor, quizás yo sea una joven curiosa a sus ojos, pero no es así, debo confesar que al principio si, me inspiraba una curiosidad extraña movida por otro sentimiento, pero ahora, me da mucha pena, incalculable pena, la tristeza también incalculable que ronda su mirada y su apariencia, supongo que algo muy grande se la habrá provocado, sé bien de esa pena, honda que aletarga, se la noto en su mirada, la misma pena que la mía alberga en demasiadas ocasiones para mi pronta edad, entonces supe que ese día no hablaría, y fui yo quién empezó a hablarle de mi abuelo, de su muerte, de mi ira, de mi soledad, del efecto que me había producido cambiar de lugar de residencia, de mi niñez, de mis padres y así un día y otro, y otro día, ya me conocía, me leía, claro yo era una niña y él debería tener unos 34 años, sabía leer incluso en mis pensamientos, cuando yo iba él ya venía, así que nunca más le pregunté, dejé que fuera él quien un día me contara de su pena honda.
Los días pasaban rápidos o lentos según me encontrara, los paseos a la playa, eran diarios y ya notaba que mi compañía, lo ayudaban a mantener su caminar airoso, y que de vez en cuando levantaba su mirada de la tierra clavada, para mirar al horizonte, a las gaviotas que alrededor volaban o incluso a mi cara, pero cuando lo hacía a mi cara, de nuevo una profunda tristeza velaba su mirada, algo que poderosamente me llamaba la atención, era como si quisiera pronunciar alguna frase pero la misma se acabara en sus labios, todo quedaba como si nada, mientras sientes la soledad entre los chorros de luz que inundan la mirada.
Algunas mañanas se olvidaba que yo caminaba a su lado, y algunas palabras levantaban el vuelo como las aves solitarias que poblaban a aquella hora la soledad de la playa, abrían sus alas como el verde del mar, algunas volaban alto, tanto, que parecían puntos negros sobre un azul agrisado y otras se arrastraban por la arena sin alejarse apenas, suaves, bajitas y llenas, y a mí me hubiera gustado perseguirlas como si fueran mariposas o las lagartijas que perseguía en mi patio a la hora de la siesta, cazarlas una tras otras, conservarlas, entenderlas sin que perdiesen su naturaleza, guardarlas en mi corazón sin que perdiesen su fuerza, palabras llenas de añoranzas y tristeza que me recordaban mi forma de entornar los ojos cuando recordaba a mi abuelo o me venían los recuerdos del paseo nuevo del pueblo donde nací, o mi mente se velaba al recordar los conflictos de mis padres, entonces intentaba cambiar la frase temiendo que los ojos le chispearan y me dijera a quien le recordaba cuando me miraba, la mañana se hacía mediodía o la tarde se acababa llenando de sombras la playa y un día más caminábamos hacia los patios llenos de flores de las casas, - hasta mañana niña- descansa-
El silencio se había incorporado a nuestros paseos sin mucho estruendo, yo le hablaba de mi abuelo, de mi padre, de mis sueños y escritos y él me escuchaba sin apenas mirarme, rayando con sus ojos en una línea el horizonte,¿ porque no me miraba? se notaba un temor a encontrarse de alguna forma con algo o alguien que yo pudiera recordarle, si , se le notaba demasiado en la turbación de sus ojos cuando escasamente lo hacía.
No hay obstáculos para que la mirada se abra camino, y se detenga en el rostro que te habla, o en aquello que atrae en precisos momentos la atención, él lo hacía así con mi tía ¿porque no conmigo?, cuando pasea conmigo parece que el horizonte se haya ampliado de pronto y me resulta extraña esa apariencia de indefensión cuando me mira, después de mucho pensarlo, no hay duda, debo recordarle a alguien que le hace sumirse de nuevo en esa pena honda que quiero descifrar…

El sábado Marcelo me vio en el patio regando con la goma las flores y las paredes del patio, en Andalucía hace tanta calor en el mes de agosto, aún habiendo tormenta, que no puedes soportarlo y en la hora de la siesta mis hermanos y yo, jugábamos a mojarnos con la goma, formando una algarabía de agua y gritos que inundaban las azoteas chirriantes de flema, en el instante justo en que pude librarme de los manotazos del agua sobre mis ojos, los ojos del profesor relucían azules intensos con reflejos amarillos invadidos por el sol mirándome y haciéndose pequeños e intensos de dolor, yo me había quedado parada, con la boca abierta con la perspectiva de hablar, fue más rápido su cambio amable y su rictus al querer imitar una sonrisa cuando pronunció instintivamente un nombre:” Clara, pequeña Clara”, que me dejó desconcertada y pensé que había confundido mi nombre, me quedé allí parada con la goma esparciendo agua inundando mis pies, mientras él, rápido entró en la casa.

Ahora ya no me quedaba la menor duda, El profesor me relacionaba con alguien, ahora entendía porqué su pena se ahondaba al mirarme y lo evitaba.

Continuará.

La Pena Honda 1.

Las personas atormentadas parecen al mirarlas que se han equivocado de guión, no encajan ni se encuentran a gusto en ningún sitio, parecen ser personajes de dramas y hacen vivir intensamente a quienes viven a su alrededor, haciéndolo ya parte de lo cotidiano de las vidas que viven al lado de su vida , son figuras que se definen por su imprecisión, en ellas nada es del todo cierto y del todo falso, son personas complicadas que a veces, podemos captar de un simple vistazo pero que otras escapan a la percepción de la mirada. Participan de tu vida, pero siempre a su forma e imponen su tragedia a la vida de quienes le acompañan, _ así era él_ como si su mundo fuera el mundo que hay que vivir, porque el de los demás no contaba para nada, y se encerraba en su mundo difícil de traspasar, me llamaba la atención porque en cierto modo me recordaba a mi padre.
Llegó de un valle del norte de España, debajo mismo de los picos de Europa, un valle precioso alejado de los ecos del mundo que en verano es siempre verde y en invierno siempre blanco.
Llegó a una playa del sur de España, a mi playa, donde mis padres tenían una pequeña casita en lo más alejado y a píe de playa, donde las arenas son finas y doradas y el cielo de un azul rabioso llenos de mirlos blancos.
Era profesor de literatura, de edad mediana, alto, delgado, casi guapo de ojos azules oscuros como el mar cuando está en tempestad.
Todas las mañanas cuando yo iba a comprar el pan y churros para desayunar, aún al alba, yo salía de casa y él entraba, se pasaba las noches en la playa y de día dormía poco, solo lo que necesitaba.
Quizás a cualquiera su imagen, caminando y hablando solo, le hubiera parecido extraña, pero no a mí, de los recuerdos salen las palabras y a veces le alcanzaba a oír alguna que otra frase que tratan de las pérdidas y de los sentimientos que acarrean estas pérdidas, entonces se convirtió en un enigma para mí, una adolescente que también sufría el drama de los mayores que la rodeaban, de los sinsabores del seno de una familia llena de altibajos, de incomprensiones y de demasiados acontecimientos.
Había alquilado la casa de señora Milagros, lindaba con la mía y los patios solo los separaba un tabique fino de cal blanca, tan escaso que era más bajo que su figura que parecía un muro oscuro ante tanta blancura.
A diario era yo quien quería ir a comprar el pan, no me quería perder la imagen de su figura algo encorvada y siempre en la tierra clavada, al llegar a mi altura, yo, siempre le decía – buenos días profesor- y él levantaba su mirada y sin decir nada, hacía un gesto casi imperceptible que pareciera que yo me lo imaginaba, para volver de nuevo a clavar su mirada en el suelo - y sería así, pues nunca me saludaba- me miraba a veces como si le recordara a alguien que, o le estorbaba o le martirizaba.
Mi tía Julia es de esas personas cariñosas, naturales, espontáneas que a veces raya en lo indiscreta, ella así con su forma, fue quien se ganó la confianza del profesor, un día le traía el pan, otro le saludaba desde la tapia o incluso le preguntaba por su salud, hasta que se decidió a ofrecerle su ayuda, total ella no hacía más que la comida en mi casa, y quizás sintiera una extraña ternura por la tristeza que cantaba su mirada, como hija de mi abuelo era en extremo sana y generosa.
Marcelo tenía la mirada lejana, como si mirara más allá de donde se encontraba, en algún otro paisaje que se interponía al levantar la mirada, como si guardara algo que jamás podría contar, sus gestos eran lentos de piernas y brazos sin final, a veces cuando llovía le veía recortado en la ventana con las manos extendidas en medio del frío húmedo de vaho del cristal, me dediqué a observarle, hay ciertas caras que casi nunca cambian de expresión, mantienen los músculos con una tirantez igual cuando se ríen o cuando han de llorar y en sus cejas pude denotar llamaradas de ira, de miedo y soledad, me recordaba a la expresión de mi padre en las noches en que decidía pasar la noche en su sillón delante de la chimenea, él también se percató de mi interés por su persona así que a veces me miraba con una mirada quizás no hostil, pero tampoco cálida, se diría que buscaba algo impreciso a través de mi presencia, me producía una pena infantil lejos de mi entendimiento, ( la misma pena que en mí reconocía desde que tenía uso de razón, en aquellos silencios de mi abuelo después de las tormentas, como si quisiera cambiar el mundo) al menos se daba cuenta de que yo existía, aunque Marcelo no lo demostraba, pero a mi no se me pasaba.

Aquella mañana el sol era una luz enfermiza que se diluye entre nubes compactas, al salir a por el pan, se me olvidó coger el paraguas y solo llevaba una chaquetilla de punto fina que la brisa algo airada traspasaba, entonces le vi, el subía por la cuesta empedrada de losetas clavadas por la mano del hombre en aquella arena rubia, hoy algo húmeda por el ambiente de tormenta de verano que se avecinaba.
_buenos días profesor- como cada día, levantó su mirada sin decir nada, entonces al clavar sus ojos en los míos denoté una sonrisa que sus labios no dibujaron, pero al instante su voz que no conocía sonó casi imperceptible, -buenos días niña, no llevas paraguas- muda me quedé- de lo gratamente sorprendida, que no me dejó ni reaccionar, pues inmediatamente empezó a subir hacia la puerta del patio, yo me sentía como la niña insignificante que por fin sentía la consideración de alguien que la ignoraba, el profesor me había mirado distinto, me había devuelto mi saludo y me había sonreído con los ojos, porque sus labios de aquella infinita y honda pena que denoté en el fondo de su mirada, se habían olvidado de sonreír y seguramente no quería ofrecer una triste mueca, o una sonrisa que a las claras fuera forzada.
El día fue lluvioso y apenas pude salir, en cambio desde los ventanales pude ver a Marcelo, andar y andar, mojándose por la arena con sus pasos pesados, sin prisa, yo le observaba con la atención que ponemos en lo que no terminamos de comprender, cuando queremos vencer los obstáculos que nos lo impiden.
Han pasado varias semanas y ya mi tía incluso le plancha alguna camisa, se les ve a veces pasear por la playa, claro que es ella la que habla sin parar, quizás un día que mi tía, vino en la tarde muy triste y con signos en sus ojos de haber llorado, se despertó una luz en mí y pensé que quizás ella, podría saber más del profesor.
Mi tía me huía, sabía –porque me conocía que estaba a punto de preguntar- y su actitud no me dejaba otra opción, que no decir siquiera,” esta boca es mía”.

Aquella noche del 15 de agosto, fiesta en el pueblo, mi tía invitó a casa a cenar al profesor, era una noche que brillaban en extremo las estrellas y en el patio se respiraba el olor a jazmín y azahar, la luna desprendía zumos de luz y los grillos del patio se esforzaban en duplicar su chillona letanía, en mi casa olía a comida y el ambiente estaba tranquilo, eran las noches plácidas de los veranos de mi niñez, en los que apenas me dejaban salir de casa , eso me llenaba de una sensación serena, así podría investigar sobre la pena honda de la mirada azul marino de aquel lobo estepario que no se dejaba traspasar.

Continuará…

Ser Normal...

Ser normal debe ser lo más difícil y raro del mundo. Creo que para serlo hay que fusilar los sueños, morder los labios,guardar las esperanzas decir no en vez de sí, quizá en lugar de no, nunca en lugar de quizá.
Consagrar las fiestas, aderezar las maneras, aprender mímica para gestionar sonrisas falsas
y miradas huecas.
Ser normal siempre se busca, tu nombre ya no es María o Ángela
¿Quién soy? soy normal, el amor un tratado, los paisajes un costo,
escribir una competición…
¡Dios Mío¡
la vida es una sala de espera.

En el trabajo la misma contienda
Que si trae que si lleva, y el jefe
Siempre la misma cantinela.
Que si se sale de lo normal, que si esto,
que si aquello, no es normal,
La búsqueda de la normalidad. . . es una anormalidad mayor.
Porque ¿qué es ser normal?
Aún no pude descifrar
palabra tan espectacular,
¡Será que no soy normal¡
¡Ser normal es una proeza¡

domingo, 26 de octubre de 2008

Desde Cuándo.


No sé desde cuándo
nos sumergimos
en ese fango rutinario
de corteza y sombra,
ese marasmo
que dejó quietos los ojos
y no mirarnos…
¡Pero que par de arlequines farsantes,
si estás ciego por mirarme
y yo loca por mirarte…!
y tú lo ves
como yo lo veo,
que encadenamos
la esferas hirvientes
del deseo… y tenemos
el corazón transparente.

A veces, por orgullo
se pierde el amor a cubos
-solo a veces-
y los besos estallan
en la nuca parda
del crepúsculo….

sábado, 25 de octubre de 2008

Todavía.

Nunca hicieron madrugada
nuestros cuerpos
no quiso el destino

-todavía-

Ni quiso el tiempo
regalarnos un momento
de amor, pasión y desenfreno

-No quiso-

Y llora el ansia
desde la luna llena
al alba herida,
desbordando mares,

-También la orilla-

Como un injusto océano
que se agita
ahogándolo todo,

-Sin medida-

Primero me habita…
luego me despoja…
de todo cuanto guarda
ahogándome la vida.

Y yo no sé gritar,

-Todavía-

jueves, 23 de octubre de 2008

Y te hice Poesía.

Una noche te soñé
y te hice poesía,
te adherí a todos mis versos
versos inacabados…
un día le añadía una palabra
un sueño, una quimera,
una voz.
Vientos, mareas, habla,
lo arrastraban
y primavera en mano,
cada noche volaba y volaba,
sobre el verde y el azul
de las terrazas,
sobre las paredes blancas
y las calles largas…
Otro día un sentimiento
una risa, una lágrima
desde mi humedad humana,
y una tarde no tuve nada
y otra y otra,
el verso se quedó olvidado,
no avanzaba,
ciego y mudo se encerró entre mis manos,
replicando a la musa, esa que aguarda
y nunca pide nada,
esta noche pude terminarlo,
en presencia de la musa que a veces se marcha
y otras me aguarda…
se va y regresa del camino
que espera en pisada,
ahora me abraza y luego me rechaza
nudo de corazones que el alma desata
que llega y escapa y escapa.
Hoy sopla su copla
mañana petenera…
esa es la musa incierta y certera.

Una Rosa en Diciembre.


Y la Rosa le dijo a la nieve: Amor,
a pesar del invierno y el frío,
aquí me tienes
resplandeciente…
No siempre es verano
cuando se quiere.
No importa el aroma,
¡la forma, la fórmula!
el amor es quien ronda.
Si hoy hace sol
y mañana sombra,
no importa mi amor
lo que hay en mi pecho,
¡Que corra, que corra!
frío o calor, los dos…
hacia un universo
inmenso, inmenso,
rachas de viento
olas de besos…
Que importa el aguacero
¡ que llueva, que llueva!
¿No ves que te quiero y
de mis pétalos brotan
hilos de fuego?
Candela que encierro…
en corolas de sueños o
en la miel de mis pechos…
¿Y la llave?
¡Tú tienes la llave!
para abrir el secreto de mi cárcel,
tránsito de mi sangre.

¡Abridme por Dios!
que con mi rocío,
te ahogues para siempre
en las rojas olas
de corazones…
pero y ¿la llave?
¿Tú tienes la llave?

martes, 21 de octubre de 2008

Empachada de Notas...


Recuerdo las noches de verano andaluzas, observadas por un cielo intensamente negro poblado de estrellas y envueltas por la fragancia de Jazmín y de Azahar.
En una de esas noches era cuando él llegaba y se instalaba en la casa contigua a la mía, también propiedad de mi familia.
Desde el balcón de mi habitación, podía ver la ventana de la suya, abierta y en semipenumbra, iluminada sólo por la luz que irradiaba su mirada profunda y el blanco de las teclas de un piano que brillaban, subían y bajaban al ritmo de unas manos endiabladas.
Ya en su primera noche de llegar, cuando todo respiraba quieto, sonaba el estallido de las notas por encima de los tejados, de las azoteas, y se esparcían por el cielo, notas tristes, desgarradas, que aparecían desnudas gritando intimidades…
Así una noche tras otra, menos mal que era verano y no había clases, sino, me hubiera vuelto loca.
Siempre llegaba en verano, alquilaba la casa cerca de la playa y en Diciembre la dejaba, para luego volver al otro verano.
En las dulces y espesas noches del Atlántico con su embriagador zumo de luna, sobre nuestras cabezas se peinaban sus notas cargadas de tristeza y de fuerza, como un deliquio de sentimientos, como una necesidad de ternura y de fuego sofocado por el estallido de una tormenta.
Por la mañana cuando me despertaba cansada, me acompañaba el dolor de cabeza propio de la falta de sueño, al mismo tiempo que los ruidos de la casa, y cuando yo me levantaba el se retiraba y se echaba en la cama, con los brazos en la nuca mirando la lámpara… ¿en qué y en quién pensaba?
Entonces venía mi madre a levantarme mientras yo me hundía en oleadas de sueño de un mar hondo y profundo de olvido…
Y de nuevo la noche- silencio absoluto- y otra vez más allá de los tejados y azoteas estallaba el piano reventando de notas con su fuerza imposible de precisar como si viniesen de un mundo sideral.
Me despertaba de nuevo, así durante meses, noche tras noche, el dormía de día y de noche tocaba y yo ya acostumbrada, caía rendida soñando con notas.
Una mañana apareció de repente en mi casa, escrutándolo todo con sus ojos penetrantes, yo bajaba las escaleras y me quedé parada cuando quise increparle, pero él ya me había dirigido una sonrisa viva, que me taladró con su música y esparcía notas a mi alrededor… como una esplendorosa primavera… a pesar de sus ojos enrojecidos al igual que los míos.
Como una recién estrenada adolescente, le sonreí apenas y salí corriendo de nuevo escaleras arriba, a la vez que él sonreía con un deje crónico de melancolía…

lunes, 20 de octubre de 2008

Sólo Soy...




Solo soy…
o me siento
una pasajera del alma,
una loca de la sensibilidad,
a veces pasajera anónima
y otras con identidad propia,
¡Qué más da!
Si igual sienten los poros
de mis dedos,
la caligrafía viva
de la fantasía,
¡Y que suerte la mía!
que desnudo verdades
probablemente,
sin haberlas negado antes,
enfrentándome,
a los fantasmas del presente,
del pasado
y de la imaginación…
a veces crudamente
destrozando el corazón,
y aunque otras también,
sea tristemente inútil
deshabitarme tantas veces
para volver a habitarme
de las extrañas criaturas
de ese espectro lacerante,
de la musa…
que me arrastra como sombra
y que me habla desde el silencio,
como un mártir enlace
del decir y de la crítica,
unas veces ignorado
tantas veces cuestionado
y tan poco valorado.
Pero ahí sigo,
fiel amante de la tinta,
temeraria del fondo de la vida,
que siento y que proclamo
pues si no, me quemo
de fuego interno
entre las manos,
asesina de memoria
termita de historias,
apostando en las palabras
bajo el riesgo y
sobre el húmedo cuaderno
de la gran sabiduría callejera,
para luego ser ella misma,
la que juzga…
mientras yo,
escribiente de tercera
me sumerjo
en noches de estrellas,
sentada en una silla también húmeda,
de locuras y de lunas,
reinventando firmamentos
de alfileres en la nuca.

sábado, 18 de octubre de 2008

Noche oscura


La noche llega
con su hálito mágico
y el cielo estalla de negro,
se acerca el invierno
llueve,
desde el cielo agujereado,
sombras, caminos, charcos
charcos con caminos,
frío, viento, silencio
sueños latiendo,
quiero cantar,
para romper el silencio
pero ya lo rompe el viento,
y allí alto, muy alto,
el cielo,
me mira y vibra,
callado y negro.

jueves, 16 de octubre de 2008

Seguir Siendo...

Quiero seguir siendo
todo sentimiento
aunque a veces me doble
por ello, como las espigas
se doblan con el viento,

dentro de treinta años…
sin que me preocupen
más arrugas que las del alma,
acurrucada a la vida,
acompañada del corazón
que no lo pierda,
que no me abandone…
y seguir pensando

que me quedan otros treinta años,

de horas infinitas
para leer lo que nunca he leído,
para aprender a escribir
y otras tantas cosas
que mermen mi ignorancia.

Mancharme las manos
de todo y de nada, reír,
y llorar cuando me dé la gana,
acabar con el stress
mirar la vida desde una ventana,
empacharme de sueños y mimos
morder entre dos una manzana,
bordar lunas y soles entre las sábanas
ser tan rica como he sido siempre
aunque tuviera lo justo para mantenerme,
escribir poemas y dibujar amaneceres
en tu espalda,
trabajar
para ganarme mi pan y mi paz,
vivir sin simulacros ni “cumpli-mientos”
quiero seguir, decir…
pero ya tendré tiempo,
sigo pensando
que siempre me quedan, otros treinta años…

miércoles, 15 de octubre de 2008

Aquellos Gestos.


A veces pienso que las palabras son solo palabras, esas se las lleva el viento, en cambio un gesto de amor queda para siempre, las palabras entran por un oído y salen por el otro, los hechos entran por los ojos y se alojan en el corazón.
Algunas madres se esfuerzan por meter en las cabecitas de sus hijos, palabras y frases repetidas tercamente confiando en que queden impresas en la blanda cera de sus almas infantiles.
Luego no tardan en comprobar que a los niños se les gana por los gestos y no por las palabras.
Recuerdo en una ocasión que cuándo yo era pequeña le dije a mi madre: “mami recuerdo mucho lo de los calcetines” y ella me dijo:” haber cuéntamelo”.
“Tú venías por las mañanas de invierno a despertarme a mi habitación para ir al colegio, y yo aún llena de sueño y pereza, sacaba un pie y tú me ponías un calcetín, luego otro pie, mientras yo, terminaba de despertarme”.
Por eso pienso que los niños son muy listos y que creen más en las vivencias que en las ideas y palabras, estas son más cómodas que las acciones.
Los que se dedican a sembrar la infancia de los niños con gestos de amor, aunque no sean tan frecuentes como las palabras fáciles, saben que antes o después cuando pase el tiempo de las palabras y el viento se lleve las ideologías, que alguien les prendió con alfileres, lo que les quedará en el recuerdo serán aquellos gestos, el cariño con que pusieron unos calcetines, la ternura de un momento, el amor silencioso de las horas con ellos, aunque también las palabras enseñen, pero más vale un gesto que mil palabras, porque no me refiero a los estudios sino a la preparación interna y a la captación de los valores y el cariño, si veo buenas acciones desde niño, las tendré presente y se me quedarán más que ninguna palabra.
A veces nada se recuerda de los verbos irregulares ni del razonamiento estricto de las palabras, o nos atascamos en la larga lista de los ríos de Europa, pero no se olvida fácilmente ni uno de los rostros de los que nos quisieron y nos enseñaron a ser feliz en nuestra infancia.

martes, 14 de octubre de 2008

Isabel

La señora Isabel es mi vecina del segundo, es un personaje entrañable, en su juventud fue profesora de música, así lleva ella esa cadencia de notas en su andar y su hablar.
Generalmente habla sola, a veces hasta murmura algún rezo- por si me sirve niña, por si alivia algún dolor antiguo de mi alma- me dice cuando en el ascensor suelta la susurrante letanía. Ha debido de ser una mujer muy bella, pues a sus ochenta y dos años tiene un porte fino y elegante, definitivamente es una Diva. Viuda desde muy joven de un marido militar de la república que mataron en los tiempos de la guerra, quedó sola con un hijo de corta edad. De familia adinerada vive sola y se le nota en la tristeza permanente de su mirada, que no en su actitud ante la vida, y digo eso porque es altiva, fuerte, tan segura de sí misma.
Entra y sale a su antojo, a veces coincidimos desayunando en la misma cafetería cerca de casa, habla con los albañiles de la obra de al lado y los invita a una copa de coñac que ella también se bebe, dejando siempre en el mostrador billetes grandes de los cuales no espera nunca su cambio, canturrea por la calle una letrilla de un poeta francés y lo pronuncia impecable, no teme a los coches y se para en los árboles como si hablara con algún insecto o pájaro que la observa, cuando va a comprar el pan, siempre compra un gran ramo de flores variadas, a veces me regala una y me dice: Niña elige la que te venga bien a juego con tu luz y con tu verde… _Dulce Señora Isabel_
Cuando me ve escribir en una servilleta o si no se me olvida, en mi libreta, al pasar me dice, exprime, exprime el corazón linda poeta…
Está acostumbrada a vivir sola, a ser libre sin más compañía que los recuerdos, su hijo Pablo vive en Bruselas, trabaja en bolsa, casado y con un hijo de seis años, que solo ha visto a su abuela seis veces, una por cada año de su vida, es una de sus tristezas que ella lleva con dignidad pero que le rompe el corazón, en ocasiones cuando hablamos le pregunto: ¿Porqué no te vas a Bruselas Isabel? (no quiere que la llame de usted).
- Niña yo ya no tengo edad para ir cambiando de Patria ni de idioma, solo sería un estorbo para mi desconocida nuera- y de algún modo tiene razón.
¡Qué valiente es!, es la insurrección permanente, el gracioso desorden que nos sobresalta continuamente, hasta yo he tenido que salir a buscarla en días de lluvia perdida en su paraguas, y yo, triste espectadora de su propia pena.
Pablo la llama dos veces por semana y ella siempre le dice -Hijo escríbeme cartas, bueno si no tienes tiempo, te las escribo yo a ti- después cuelga el teléfono, se pone las gafas y escribe en su papel perfumado de color violeta, le tiemblan las manos y mueve sus labios susurrando las palabras escritas, con la mano izquierda se borra una lágrima y la derecha espera por si alguna cae y le borra el sentimiento que despliega sobre el ancho pliego violeta… Ay señora Isabel, yo te quiero, quiero que lo sepas, aunque eres tan especial que ya lo percibes… eres como una obra de arte pulida por el tiempo, con mejillas de porcelana como los niños, la graciosa juventud anhelante y la sonrisa de marfil de los viejos… pero no, tú no eres vieja, tu alma es tan niña que sorprende a su paso, aunque tu forma de andar sea vacilante e inconveniente… Querida Isabel, nunca te olvides que vivo un piso más arriba…que yo nunca me olvido que estás un piso más abajo…

lunes, 13 de octubre de 2008

Dices que Soy.



Cuando te encuentro, es ese instante preciso que no te reconozco, siempre es así, es como si las cosas tuvieran tanta fuerza que fueran por ellas solas, tú siempre serás tú, en ti y por ti misma, arrastras con tu fuerza, con tu sutil y peculiar forma de andar por la vida.
Pero apenas tus ojos rozan la cuenca de los míos, vienes y vas y te asomas desde el fondo de mi materia y vienes y te vas y vuelves como la lluvia que riega la tierra.

Te miro de reojo y saltas sobre mí, como el llanto y la risa, impuntual y precisa, me dices hola y te vas, me dices hasta luego y regresas, como la pena y la alegría que tantas veces vuelve… inesperadamente, o tal vez como esa imagen tuya que está ya prendida en mi retina.

Y nunca podré pasar sin tu sorpresa, ni el desvarío que me has regalado desde que te he conocido.
Seguirás pasando de tu corazón al mío, la sangre que corre por tus venas y sentiré tu huida y tu regreso apenas.

Mi alma se sorprende a tu paso cuando por ella transitas y te resbalas, pero te reconoce y asimila que es mayor tu brevedad que tu costumbre, y no intenta retenerte porque ya sabe que siempre vuelves, cuando el olvido alarga demasiado su ciega sombra en los seres que tú transitas, y se alegra aunque no sabe porqué tantas idas y venidas, se muestra siempre agradecida.

Y yo que mi cuerpo por ti late constantemente me dejo llevar por el instante.
Después vuelvo a las cosas, a mirarte y a mirarme, como respiro tu mismo aire, como te cuelas en mi memoria, como si fueras un paso de nube transitoria que a la vez me deja siempre su custodia.

Eros


Si tú quisieras…

sería la mirada
de tus ojos,
te abrazaría con tanta fuerza
como puede un cuerpo ansioso,

si tú quisieras…

podrían ser tus manos
aposentos de mis rosas…
o prefieres un clavel,
un rojo, rojo clavel.

Si tú quisieras…

serías mi lucero
y yo tu estrella
recorreríamos la galaxia
pasando la noche en vela.

Si tú me miras…

me derritiera…
y ser la esencia que te bebieras
sería tu cuenco
al que llenas y te vacías…

sería como esa euforia
que te entra por los ojos
y te sale por los labios
para besarme la boca…
y quedarme ciega, ahíta y loca…

Y tus ojos cerrados,
tu alarido que muerde el cielo
y atraviesa el hueco
de la galaxia,
temblor indómito
de células multiplicadas
explotando en mis entrañas,
fabricando planes,
rayas y escalas,

infinito influjo de la fusión de dos cuerpos…
si tú quisieras… porque yo, Quiero.
que sea tu lengua la brasa devastadora
que me devora,
y que tu piel arda en mi boca…hoy, mañana, ahora.

sábado, 11 de octubre de 2008

No Pienso


El tiempo, la vida y tú,
han despeinado tu mal humor
y se ha vuelto ceniza tu mirada
tan inexpresiva…
Quizá necesites el roce de mis manos
para recortar tu desasosiego
tan continuo…
quizá armonicen tu desconcierto mis escritos
tan sencillos…
no te preocupes
ya te vestirás de calma
cuando te des por vencido
tan imposible…
mientras, vístete de silencio
tan solo…
Me arrastraste a tu marea
y te saciabas de orilla en orilla
qué maravilla…
confieso que por un momento
respiré entre tus brazos
que ya trenzaban otros nidos,
consciente de eso,
cerré mi puerta y también la ventana,
no voy a beberme la rabia
hasta envenenarme,
ni voy a encerrarme en una muerte
contigo… No,
ni pienso ser una desheredada de caricias,
he desterrado tu piel de mi piel
y no pienso gastarme la vida contigo
ni pienso morirme de amor…
serás lo que borra el olvido.
No sé tú,
pero yo,
me he pintado el pelo de azul
y la vida de rosa…
¡ y a otra cosa!

jueves, 9 de octubre de 2008

S/T.




No busco en otra piel,
no me interesa,
ni espero de otras manos las caricias
todo lo que hay en mi no es de cualquiera,
es de tu piel que siento eterna
fue piel de amor,
fue la primera,
con esa apasionada sensación,
de ser totalidad y ser entrega…
porque no es tu piel
cualquier piel,
es la que amo…
porque nunca fingió
fue piel sincera…



Qué torpe manía la mía
de escribir mis sentimientos,
con el alma rota y echa letras,
que se afana en beber lo que le inspira.

Totalmente improbable la razón,
ante el eterno dilema de la vida.

martes, 7 de octubre de 2008

Esta noche tuve un sueño.

Esta noche tuve un sueño, pero pareciera una pesadilla, pues ardua tarea la que me asignaron en ella.
Yo era médico, pero sólo del corazón, tenía que remendar y curar corazones rotos, de desengaños, de penas, de desamor, de tristeza, uf tenía que curar todos los corazones que otros dañaron a su paso, y que se quedaron lisiados y apartados… que ya solo eran vísceras o estorbos o amasijo de dolores e impotencia…
¡ Ay menuda tarea! yo que a veces ni me puedo curar a mi misma contra esos males, yo sola para tantos corazones inservibles….
Entonces los clasifiqué, seleccioné aquellos que de tantas heridas ni siquiera podían mirarme a los ojos sin vidriarse y comencé por ese color de la sangre gangrenada del desamor.
Tuve que valorar el daño, había algunos que ni siquiera tenían sangre en la herida de antigua y de tanto que sangraron, ahora ya sangraban sin hacer ruido, los casos más graves, los desahuciados, y digo que fue una pesadilla porque la verdad es que sufrí mucho en el sueño, me sentía impotente, no tenía otras medicinas que las que no se compran en farmacia.
Entonces empecé a regalar sonrisas y manos a todas las tristezas…
Caricias a todas las ausencias, a todos los vacíos y abandonos…
Cariño a todos los faltos y solos…
Risas a los tristes sin cura…
Compañía a todos los abandonados y desahuciados…
Aliento a los desalentados…
Los contagié de esperanza y me los llevé a las orillas rubias y los mares verdes del mar de la ilusión…
Mi sueño incluía un brindis, el de la evacuación del alma por los labios y los ojos, a borbotones de luz, con esa chispa única que lleva incorporada la espera de toda la ternura que nos aguarda.
Me llovieron en las manos tantas notas como besos y me desperté del sueño…
No pude curarlos a todos, porque no soy Dios…
y él casi siempre está de vacaciones, así que me desperté pensando que algunas tristezas no se sabe los caudales en donde se derraman, y otras se agitan en un injusto vaso sin medida, y yo soy muy pequeña…y también la vida me atraviesa y me despoja en ese tránsito común que nos obliga…

lunes, 6 de octubre de 2008

Todo parece estático...


Todo parece estático y durable para toda la vida, pero no existen las eternidades, todo se va perdiendo, lo dejamos atrás a lo largo de la vida y siempre con los zapatos puestos para echar a andar.
De esos pasos fugaces se alimenta nuestra memoria, a veces aunque quieras detenerte, oyes esa voz que te convence, anda, camina, y caminas aunque te invadan todos los cansancios.
La vida busca en torno, no tanto como para explicarse los acontecimientos como para seguir con nuevas fuerzas el destino en este mundo absurdo que contemplamos, será el instinto de conservación.
Vivir es precioso, bueno en reglas generales, habrá gente que llevan una vida dura y difícil, pero la vida es preciosa, al menos a mi me lo parece, aunque todos en algún momento, en alguna circunstancia diga lo que muy a menudo decía Cernuda. “estoy cansado de vivir”, “no sé nada, no quiero nada” “no espero nada…” sin embargo él caminó y abandonó su vida fácil de intelectual para alistarse al batallón alpino…
Todo se hace camino y la esperanza se vuelve una camaradería cuando te tropiezas con lo que venga, porque el ser humano encuentra siempre una plaza moral donde encontrarse , y más tarde como las cosas de los mortales, todas pasan… nos quedamos con las manos vacías… por eso mientras que pueda, yo sujeto las palabras, las acalambro y les doy vía libre, como libres son mis pensamientos…

sábado, 4 de octubre de 2008

Cuentos e Historias

Tengo que decírtelo…

Tienes bien ganada la reputación que te acompaña, eres seductor y no puedes negar que te gustan mucho las mujeres y el amor, sin duda tanto como la guerra, porque además eres polémico y violento.
Es como un juego para ti. Te confieso que tu intención me la imaginé enseguida, pretendías seducirme, para perderte en unas sábanas entre las que tantas veces, has prometido lo imposible.
Luego nos hubiéramos ido y nos hubiéramos olvidado, o no…
Como otras _ pensaste_ me hubieras amado y luego maldecido_ pero eso pensaste_ no fue así, yo tenía otros planes, no llegué a amarte y lo intenté, no pude, pero si te maldije…
Te salió mal porque mientras yo lo intentaba tú te enamorabas, algo con lo que no contabas… quizá fue que tuviste la oportunidad de conocer otras sensaciones diferentes a las que coleccionabas en tu memoria… caíste en tu trampa.
No contabas con que fuera diferente a las demás, pero lo soy, no sabría decir porqué prodigio, pero lo soy, por eso no esperé nunca nada de ti… y lo esperaba todo… el que aprende muchas cosas a la vez… nunca aprende nada.
Te recuerdo que me entraste a saco, lanzaste la flecha apenas visualizar el blanco, ¿o lo has olvidado? nunca supe ir tan rápido, ya se sabe, las cosas que muy rápido entran, muy rápido salen…
Entonces tu aliento, fue cono si se hubiese suspendido en tus labios, donde un suspiro pareciese el primero y el último al mismo tiempo.

Y no me vengas ahora con tu primavera, que si es tuya, que si tú no, que si yo… pero si fuiste tú quien apareciste de nuevo, pisando un terreno que ya estaba seco… no me vengas con cuentos…
Mientras te ganabas poco a poco mi corazón, perdías mi confianza, así que decidí pasar página y está bien pasada, no me importa donde clavas ahora tus garras_ Pobre de la afectada _ a mi no me duele nada, ni el corazón, ni las manos ni la mirada.
Y volviste a tu camada, donde los lobos abandonan su refugio de noche para acercarse a los pasos de las gacelas ¿o son ciervas? No sé, pero creo que conociéndote a ti, más bien son Siervas…
Inmerso en tu desesperación, dando pasos de ciego- no se puede estar al mismo tiempo en la carretera y en las aceras, o coger dos vereas, o en dos estaciones, si es invierno, verdea, si es verano amarillea- cosa fea-.
Y claro cada uno lleva lo que crea, y no, nunca creaste primaveras, el sol no salía de tu corazón hacia fuera, lo tuyo es el frío gélido de los inviernos, y a mi, los ojos me chispean, tengo el corazón lleno.
Que te va bien_ mejor_ que no, ni me afecta ni me quita el sueño, no pienso remover el pasado, porque eres pasado y además olvidado…

jueves, 2 de octubre de 2008

DESCRIPCIÓN.

El tren comenzó lentamente a salir de la estación, Lorena alzó la vista del libro que la mantenía ocupada, para ir perdiéndola de vista, su padre con la cabeza en su hombro, a veces hablaba y otras dormitaba, el traqueteo le hizo abrir sus ojos perdidos en la nada.
-Lore hija ¿ya salimos? – si papá acabamos de hacerlo, ¿necesitas algo?

En el asiento de frente unos ojos la observaban, ella se irguió en la butaca y le devolvió la mirada- qué extraño color de ojos, entre azul oscuro e índigo, nunca había visto unos ojos como aquellos, ¿qué estará pensando? ¿Porqué me mira así?-
Él sonrío primero con los ojos, luego sus labios dibujaron una media sonrisa y en sus ojos relucían chispitas de ironía, como adivinando sus pensamientos.

_Buenas noches Señor, Señorita… Soy Álvaro de la maza su compañero de viaje.
Lorena contestó al saludo y de repente oyó la pregunta:
¿Hace mucho que perdió usted la vista señor?

Lorena se encogió en su silla sorprendida por la pregunta con aquél cariz de confianza, pero su padre se limitó a decir con la misma confianza: hace ya dieciséis años.

- Entonces no ha visto usted a su hija desde que era una niña, ¿me permite que se la describa?
Lorena no estaba preparada para tal sugerencia ni para el interés que de pronto iluminó el rostro de su padre y sin tiempo de protestar sobre aquello,oyó como su padre decía:
-¿Lo haría? ¿De verdad que lo haría?

Álvaro miró a Lorena mientras ella sentía el calor de sus mejillas.
- Con sumo placer, -e inclinó la cabeza para observarla- me temo que ya la hemos ruborizado, es un rubor muy delicado, del color de las nubes, ese tono rosáceo que adquiere la bruma al amanecer, ¿recuerda usted el color al que me refiero?
-
- Si, contestó su padre con gesto pensativo.

El rostro tiene dignidad, no es exactamente esquivo, pero tiene una manera de levantar la barbilla que haría frenar a cualquier hombre, es más alta que usted y más blanca el color de su piel, creo que es la barbilla, por cierto con hoyuelos y una postura erguida y un aire reposado ( no sé si disimulado) que la hace tener presencia, pero a mí no me alcanza hasta la nariz, así que debe medir alrededor de 1,72, parece gozar de buena salud, aunque se la vea delgada. Tiene un aspecto excelente.

Lorena a medida que escuchaba sentía que de un momento a otro iba a explotar…

- cuando parece que se va a enfadar el rubor se le cambia de color y ya no es el de la bruma de las nubes al amanecer, sino que adquiere el color de un vino tinto ligero, se extiende desde el cuello hasta las mejillas, hasta un poco más allá del cuello y por lo que puedo apreciar su piel es suave y pálida.

Papá, interrumpió Lorena ¿podemos ir a la cafetería?, pero su padre tenía el rostro inclinado y una sonrisa en sus labios.
- El cabello –continuó Álvaro- es de un color oro mate allí donde las luces lo iluminan y cuando no, es como la cerveza, al servirla, lo lleva sencillo, limpio, brillante y suelto, y no es consciente del resultado, hace que un hombre, piense en agarrarlo y dejar que le cubra las manos…- perdóneme señor si soy atrevido, solo la describo como siento al mirarla, y su nariz tiene personalidad, es menuda, graciosa fina, decidida…
- pero los ojos, creo que los ojos dan al traste con mi definición, si la miro me ahogo en marejadas de océanos mezclados con chispas de sol, y su boca , es pensativa, dibujada, muy bonita, que sólo ha sonreído al mirarle a usted, podría parecerme una boca sosa sin sonrisa, pero sé que es solo en este momento de circunstancia, y sus pestañas son largas, maravillosas, que no son rizadas como las de las muñecas ataviadas de rinmel, son lisas, pero tan largas y con un ángulo que le da sombra a sus ojos, y hacen que el color se vuelva dorado y se diría que detrás de ellas me está mirando… y confieso que nunca nadie me había mirado a través de unas pestañas, así como ella lo hace.
-
- Entonces su padre, alargó las manos al rostro de Lorena y lo recorrió durante unos segundos con lentitud e intensidad, acariciándole las mejillas y las pestañas.

- - Lore, eres igual que tu madre.

- - claro que si papá.

- ¿Es que nadie te lo ha dicho antes?

- No Papá, nunca nadie me lo dijo… como tú.

Lorena vio como su padre tenía lágrimas en sus ojos, sintiéndose ella también próxima a ellas…

Nunca se le había ocurrido, podía haber dejado que su padre le recorriera el rostro con su tacto y así hacerse una idea del cambio de niña a mujer, hacía dieciséis años que no la veía y seguro que era lo más deseado por él, además de que así podría reconocer a su madre, que murió al nacer ella, como pudo dejar pasar ese tiempo sin haberlo hecho…

- Gracias, le agradezco y más siendo un desconocido, la sensibilidad que ha tenido para darme uno de los días más felices de mi vida._dijo mi padre-
-
Álvaro no respondió, sus ojos azul oscuro, se abstrajeron y la sonrisa pícara se le había llenado de tristeza al contemplar aquella escena llena de sentimientos y ternura…

miércoles, 1 de octubre de 2008

Viento Desesperado

De nuevo soplan tus vientos desesperados, como un requien para los acabados-buscando-.
Da igual que lo desees o lo emplees como antídoto para el olvido.
Echas los dardos en cualquier diana, total… si ni siquiera supiste nunca diferenciar.
Esos dardos tuyos que se recubren superficiales-dulce y salado- y cuando se apura, amargan y están envenenados, los vistes de azul cielo pero son de cristal transparente frío, como la muerte.
¡Tus vientos desesperados¡
que te hacen la soledad más amarga y el recuerdo más turbio, tu venda negra de verdugo impune, tapando la más grande de las ilusiones…
Automedicándote- contra las cinco letras, sonoras de mi nombre.
Inyectándote- una sobredosis de mis labios.
Estremecerte- en los amaneceres- el que muere y el que nace-
es lo que consigues,
de nada sirve que te ciegues.
sientes mi respiración- ardiente- como rayito de sol.
Yo le llamaría Amor
si tú supieras lo que es eso,
pero no…
Demasiada vida para el viento desesperado del Oeste…