que no encontré la luna
_que me pintaste_
en la despensa de tus horas
que se me fueron las palabras
para sentirte y que me produce
_miedo_ tus silencios y tu voz rota.
Que tu ceguera y tu sonrisa oculta
me han dolido más que todas
las hojas del trébol que se cayeron_ juntas_
que tus maracas se interponían
entre mi flauta de dulce música.
Hoy voy a decirte _ aunque no puedas
ya escucharme nunca_ que ya aprendí
a tocar melodías sin instrumentos,
que me han bastado los gestos
del aire tenue de tus cascabeles,
desafinados como lamentos
y que ya he acariciado la luna
nívea de tu noche, esa que se vuelve
gris en los balcones y que ya he aprendido
de la vida, que es solo una excusa imperfecta
para recibir caricias.
Y no es un reproche de un recuerdo amarillo
no, solo es el broche de tantos días que
voy restando hacia el resbalador camino del olvido.
Ya me voy…
Ahí te dejo con tus soliloquios cansados
y tus ídolos de arcilla moldeados sin fuego
revolcado en la histeria amarga de la soledad
o en el sueño triste del vacío_ no aptos_
para el concilio de tus paraísos perdidos.
No dejaré que los cuervos sobrevuelen
el nido de los milagros porque siempre supe
que convierten la magia en figuras de hielo,
me voy_ claro que sí_ pero me llevo la fuerza
transparente de las olas que se imponen
por encima de los fondos oscuros
y se poblaron de susurros, solo te dejo
tu disfraz de mago de los sueños.
Ahora te toca a ti, empadronar
los secretos tus recuerdos
que solo usaste conmigo
para salir de tu desconsuelo
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Huellas.