A veces te aferras a mi como el naufrago a su Dios cuando le pide ayuda una y otra vez.
A veces las palabras que pronuncio las pasas de inmediato al debe y al haber de los sentimientos.
a veces en el póquer que estamos jugando te he repartido cuatro ases y tú crees que tienes dobles parejas.
a veces eres el sabor dulce de una boca y otras eres el nido donde la serpiente incuba el feto de los celos y los malentendidos.
A veces pareces el único Dios en el que crees y ante el que te postras desarmado y cubierto de la oxidada armadura de tus perjuicios.
y otras veces desde que navegamos en la misma barca, estás arrojando la sonda para medir la profundidad de lo que me das y comparándolo con lo que recibes.
A veces eres Diógenes que busca la verdad cegado por sus pensamientos.
Pero sé que a veces cuando no estoy, tus ojos se empañan sin que ninguna de las anteriores incertidumbres rubrique las lágrimas.
No cambies los murmullos que guardaban nuestros pasos, rojos y brunos, esos que explotaban en las madrugadas en los que el amor y la pasión, hacían cabriolas con los deseos ocultos.
No cambies el cómputo de los silencios y de las entregas a cuenta, por los orgasmos de ternura, esos que incluso sin pasión sangraban nuestras manos en sagrarios de versos y espumas.
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Huellas.