
He cerrado los ojos para volar a tu mundo, sin alas, ese otro mundo al que
ahora ya no pertenezco y con ellos cerrados he recordado tu forma de mirar
lo que te rodeaba y me vuelvo a enamorar de tus ojos y de todo lo que encerraban. Con la punta de los dedos intento alcanzar cada nube, para tumbarme en ella y no tener otra preocupación que no sea la de ser, respirar, estar, olvidando que ya no estás, sabiendo que estoy. Sé que estarás ahora acariciando otro pelo, como me acariciabas a mí el mío sobre la almohada. Mi pelo, ese pelo largo que me dejé crecer porque a ti te gustaba, ese que te contaba que soñaba despierto y despierto con la vida jugaba. Y yo me sentía parte de tu vida, Y tú hacías que yo pudiera llamar a lo mío vida. y ahora ¿que haré?
Reina el silencio, tu olor esparcido, impregnado por la estancia, en las sábanas, reptando por las paredes hasta llegar a mi interior es la única señal de vida que me acoge, y mis lágrimas, mientras tu carta quema mis manos que arden en llamas y llantos.
Y la carta del adiós reposando sobre estas manos que un día decidieron enlazar las tuyas y esa frase que, entumecida por la humedad de la riada de lágrimas, descansaban junto a mí.
Aún suplico un día más, antes de irte, para soñar despierto, para morir de pena, para poder tenerte.
Todavía resuenan en mis oídos los gritos que le mandaba al cielo cuando querías marcharte, y estas lágrimas fieras que de mis ojos resbalan.
Por la falta del pañuelo que negaste al desconsuelo que me araña.
Ahora soy solo unas manos, las manos, que buscaban tesoros escondidos detrás de tus gestos, en los contrafuertes del placer y el miedo, acariciando estrellas de porcelana y almíbar hasta convertirlas en fugaces designios de la locura.
Y pese a todo este dolor, el de la ausencia, el de la espera, el de la distancia, el de esta soledad que me oprime, a la herida y a la cicatriz que deja, más triste sería no haber tenido noción de ti en absoluto. Pero…
Muy bueno este escrito, todas tus expresiones lo son.
ResponderEliminarMarcos.
Mente prolífica la tuya, que hasta de amores intensos ha sabido.
ResponderEliminarUf Yo tampoco soy y tu?
ResponderEliminarGenial. Es digno de leer este canto al desamor y este reniego al olvido.
ResponderEliminarMe identifico, pues logras que tu lector, te siga y se meta en el papel, quien no pasó por esos momentos? lo que no todos saben describirlos.
Mi enhorabuena gaviota.
Alfonso.