Siempre es en la noche
amor,
cuando mejor puedes
mirarme a la cara,
solo, en tu propio espejo
en la exacta realidad
que me construye y
me destruye.
y mi cuchillo,
para cortarte en la ausencia
y en el adiós
de un solo tajo.
no invocarme y
sin embargo, me aúllas
a gritos por el aire.
Para decirme Nada,
y siempre lo mismo
aunque las venas te ardan
de eso que gritas.
te quemo en mi poema,
y en mi último cigarrillo
con ese aire que te viste y
te vas descalzo por el aire
que viniste.
que lloras en la tormenta
cerrando puertas y
pintando mi rostro en
un relámpago.
casi visible y con sonrisa,
para sacar quizás un beso
de la espuma,
desnudo, ya sin mi como el aire
libre y frío de la brisa.
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Huellas.