
Qué herida
Que agujero
A la esencia de las flores
De la tierra y los océanos,
Que cuchillo a la esperanza
Que herrumbre en los sueños
A nuestros herederos
Que falta, que vertedero
Qué descuido y sacrilegio,
Con nuestra tierra cometemos.
Nos pusieron en las manos
La magia y la ternura de la fauna
Y tanta llama viva,
La vida deshojada entre la lluvia,
La verdad de las estrellas,
Para caer en la cuenta de la nada
Y derramar el llanto sobre todo lo que vive,
Sembrando la maleza, el cardo y la locura
Y los residuos putrefactos,
En qué poema debemos escribir
Las soledades, las carencias, el descuido
Y la injusticia,
Ante tanta inmisericordia de los hombres,
Ante tanta tierra seca, tanta ánfora inútil
Tanta burla de la naturaleza y sus prohibiciones,
Quizás bajo la risa haya una lágrima,
Un agujero hondo,
Una lámpara rota, una paloma herida,
Con tanto desorden en la falda de la tierra,
Frío en los caminos y en las huellas,
Pájaros grises que espantan las cabezas,
Víctimas en busca de otros sueños,
¡Qué pocos estaremos cuando a la tierra curemos¡
con tanto progreso habrá que ser grúa en el crepúsculo,
tobogán calado de los pájaros,
rúbrica ingeniera sobre el aire,
Que el azul palpitante de la vida,
Halo de luz, noche serena,
Sea la plataforma de ese vuelo.
Que no sea la naturaleza,
Bermellón pasajero del sorbo
de la ensangrentada tristeza,
no la mirada rota,
ni el retorno tránsito de la huida
como un niño indefenso y maltratado.
Que no sea:
El símil lejano de un lamento
Translúcido y colérico
De tanta mariposa muerta.
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Huellas.