No tengo nada para ofrecerte,
Si acaso un lunar en mis labios,
Un adiós tras otro,
Una charla cualquiera
En la noche bajo el cielo.
Y de nuevo al trabajo
A la casa,
Al olvido
Un lecho que no es contigo
Un espejo desnudo,
Una orilla sin mejilla,
Y esta mentira,
De decirte que ya no te quiero.
No sé en que calendario
Se miran los días,
Ni sé que paredes me encierran
Tampoco tengo la respuesta,
Ni tengo la mano
Que suba por tu espalda,
Como una caricia,
Pero tengo agujas que miden
El tiempo de la ausencia,
No llevo bolsillos en mi vestido
Para guardarte la luna,
Ni planté un árbol para cobijarme debajo
Dibujando sueños…
Ni conozco un duende que me lleve
Al laberinto del sin sentido,
No tengo nada, ves, pero si llevo la magia
Pegada a los pasos de mis sandalias,
También tengo una ventana
Que siempre está abierta
para abandonar mi mirada,
por decirte, no tengo ni aire,
que ni siquiera respiro,
por no delatarme,
tengo una daga de miedo,
un corazón sin puertas
y un alma ladrona de sueños,
tengo que decirlo,
que remedio,
nada tengo, si hasta en mis pasos,
se me derrama el tiempo,
no quiero engañarte,
ni siquiera soy dueña de mi aire
no me pidas, que no puedo darte,
solo doy mi sonrisa a la luna
esa luna que me ve
correr de tu lado,
hiriendo la noche,
si hasta la tristeza se me hace grande…
esa que se deshace al aire
y viene a delatarme,
lo que yo tengo es mío,
algo que no puedo darte,
ese deseo incontrolable
que con su dedo firme me acusa
deseándote…
mientras tú,
tan lejos, me pides,
lo que no tengo.
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