No me gusta el silencio hueco
de las mentes vacías,
no me gusta la mentira, ni
los ojos idos, inexpresivos
esos que no derraman luz,
sobreseídos,
no me gustan los puños apretados
ni la sonrisa de plástico,
la verdad que se calla
ni los dolores que no conozco,
no las cosas a trozos
ni el recuerdo doloroso,
ni el llanto de un niño
ni el barro del olvido,
tampoco el recuerdo arrugado
en la memoria,
ni el frío,
ni el perfecto inmaculado,
ni el desierto,
ni me gustan por supuesto,
los labios apretados,
ni ser el error de nadie,
y la intranquilidad,
que no me la contagien,
ni me gusta beberme
las lágrimas de los duendes
que saben a olvido _ eso me han dicho_
ni me gusta el abandono,
ni me gusta el hielo,
prefiero…
los cuarentayocho grados,
de una sonrisa, lisa,
fiel,
ni me gusta el destierro de una piel
y otra piel…
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Huellas.