Aquí me tienes
con los ojos desnudos,
ignorando las palabras que lastiman,
con la misma suavidad de mi partida,
no recuerdo si he vivido dos siglos
o dos minutos sobre tu pecho latente,
pero no es necesario que me lo recuerdes,
no quiero aplicar la boca
a lo ya irremediable,
prefiero levantar mi pecho
ya de ti ignorante,
ya pasó la sangre por el corazón
y la sonrisa se entreabre,
ya empapé de plomo
mis ojos
y de oscuridad al sueño,
ya soplé un olvido
sobre mi pecho tranquilo,
todo lo encerré sobre un verso
sin sonido,
ni es mi hora la prisa
ni es mi boca tu sonrisa,
no siento el anhelo
es como si nada valiese el vuelo,
mi boca besa lo que muere
y lo acepto,
y la piel misma de mis labios
es la del viento,
quédate tú con las cosas
“ nuestras”
que yo me iré
donde la noche quiera,
allí donde mis sueños,
se aligeran y se pueblan.
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Huellas.