En tu corazón,
guardaré la insignia
que me nombra,
porque la vida es todo
cuanto abarca tu calor,
y allí en tu mirada
y en tus gestos,
me arrojaré llevándome
el misterio con que nutro
mi verdad,
no en tu alma
ni en tus pupilas
ni entre tus manos,
desde tu pecho,
es más allá
donde el gozo acude
y se une,
desde el sueño
haré caminos
en los caminos que hayas cruzado,
y andando por tu ausencia
me envolveré de tu presencia
mullida y traspasable,
y respiraré tu nombre
hasta saciarme,
aunque seamos tan inmateriales,
que solo vivamos entre dos instantes.
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