Viniste, vienes
y vas,
cuando todo se acabe
también tu vendrás,
y sentiré el acero de tu garganta,
el miedo se hace grande
apoderándose de mis manos
y mis manos de tu alma
y tu alma de la mía,
y mis manos rugirán ser garras.
La duda se detiene en la desesperación,
mi boca te llama y mis hambrientos colmillos
no soportan tu mirada,
¿quieres que te arranque la vida?
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Huellas.