En cada rincón te sitúo y puedo encontrarte, aunque mi abrazo se hace más solitario al correr del tiempo pendiente abajo.
A todo le doy tu nombre y lo miro a través de tus ojos, tu no presencia a mi lado, recorro…
Te empapo de palabras hermosas, de versos, mientras te pienso, tu recuerdo a veces es sereno, otras, revuelto y violento, huele a cielo, a tierra, a metas, a saltos, a lucha interminable, a luz intermitente, a beso en el aire,
a ilusión sin límite, a infinito poema,
a sueños eternos
a quimera,
a vida por siempre…
Respiro todo lo que puedo a mar, aquí sentada en el embarcadero con mi estampa de perfil griego.
Todo huele a sal y es leve su mirar entre grises y verdes. Cercano al rumor del oleaje, se oyen voces, a lo lejos un niño que corre
Su madre llamándole,
Un camarero gordo y algo borde, el humo de mi cigarro, la música de mis cascos,
Y los testeros, cercanos, desde donde los pájaros lanzan sus trinos al mar y al aire,
Una luz entre rosa y celeste, el olor a pan y a pastel,
Un perro pasea su lamento aquí justo a mi lado, le acaricio su grito con mis ojos y me mira degollado de dulzura en sus pupilas,
La canoa se mece atracada en el puerto, un poco más allá una paloma picotea una manzana, la patrullera, y en un mástil la bandera y más larga la mirada, la madera del muelle de mineral y de frente, el ocre terrestre que rompe los marinos verdes,
Y yo en el banco que reposo,
tú aquí, allí, un todo “el horizonte “pasea tu no presencia por el muelle,
Más allá del aire,
Estará tu persona que viste alma y carne.
... Tu estampa de perfil griego en ese embarcadero...
ResponderEliminarUn lugar inigualable, pera sentir todo eso.
Quién como tú Manuel, que la ves a los ojos y conversas con ella!!!
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