Desde su muerte y debido a la relación tan estrecha que teníamos, se me perdió esa mirada, se me desplomó el mundo a traición, como un golpe seco… a medida que crecía, la tristeza, no se iba, se quedaba.
En un momento de un día, alguien me dijo en un parque, al pasar…
¡Qué triste vas! La tristeza envenena de lágrimas, nubla la mirada, emborrona la vida y no te deja mirarla…
Nunca supe quien era, y eso que miré, como se mira a un tren que se escapa.
A los dos días y sus noches de aquél día, saltando de nube en nube hasta descargarlas, apareció un sol leve pero sol al fin y al cabo y me llenó de luz la mirada, y media sonrisa me empezó a iluminar la cara…
Desde entonces la sonrisa no me abandona, y me hice fuerte en las batallas.
hola carolina!!!!!!!!
ResponderEliminarquizá siempre exista la tristeza y la melancolía ante una ausencia tan fundamental; La enseñanza que nos lega y el mundo de baldosas que construye poco a poco en nosotros; En este trancurso afortunadamente prevé (por eso digo que es tan sabia) la partida del estado físico, así en momentos de cualquier día no nos sentimos solos o tan solos,nos acompaña fielmente esa sonrisa abstracta (si es más importante que lo concreto aún nadie lo sabe), un nunca abandono en esos muros fortalecidos de nuestros ánimos.
esperando que estés de la mejor manera posible, recibe un beso, te sigo leyendo con alegría.
un abrazooooooooo!!!!!
Tu Sonrisa es preciosa, doy fe de ello, me laegra las mañanas si te veo.
ResponderEliminarUn beso M.C.C.
Lo que te comentó esa persona en el parque, posiblemente te lo quería decir tu abuelo desde el cielo, y te envio el mensaje con esta persona en el parque.
ResponderEliminarPodría ser Miguel, quién sabe, gracias por visitarme, esta es tu casa, un abrazo.
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