Me asusta la mentira.
Tu verdad, me asusta. Y callas...
Y callo.... un dolor que no conoces.
Con dos trozos de tu recuerdo
hago un surco para enterrarte entero.
De llanto, barro y olvido estas hecho,
frágil sudario de amor.
Me gusta ser papel arrugado en tu memoria...
tan frío, pero tan inmaculado y tan desierto ya.
Llegó la hora, te quedaste perdido
en el reflejo de mis ojos,
no supiste encontrarme,
me diluyo en tu sonrisa y no puedo,
no quiero resucitar,
“no tengo nada que explicar”… ¿recuerdas?
Y me adentré en el vacío,
saliendo de tu mente,
mientras el ídolo irreverente caía,
destrozando sus entrañas
en el frío suelo,
ya tú no haces sonar las olas,
y tu vida se esconde,
entre los adoquines de la acera…
Adios... muy buenas.
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Huellas.