lunes, 29 de septiembre de 2008
Mi Abuelo decía...
“Dicen que los hombres no lloran”
Pues será un antiguo e incierto dicho.
Yo he visto llorar a los hombres más importantes de mi vida, pero sobre todos, a mi abuelo y a mi padre, de pena, de rabia, de emoción, de impotencia… incluso de alegría.
Mi abuelo decía que la pena era una planta grande que se bebía el agua de la maceta donde la habían sembrado y que había que llorar para sacar el agua fuera y no regar la pena dentro, para que no creciera sin obstáculos y que se fuera secando…
Cuando el invierno mostraba su rostro en aquél pueblo lluvioso de la sierra, yo pasaba largas horas de las tardes con mi abuelo, los árboles tras la ventana ofrecían un panorama de desnudez, al contrario que los ojos de mi abuelo que estaban llenos de dulzura y a veces de silencio, como un ave que se detiene un tiempo para luego retomar su vuelo.
Yo lo observaba con los ojos abiertos y la atención alerta. Me gustaba oírlo.
Aquella capacidad que tenía para hilar historias y mostrarme su moraleja, me hacía volar el pensamiento, amaba sus palabras que caían lentas como las hojas de un árbol, una tras otra, mientras mi mirada recorría su vuelo y mi pensamiento libre, volaba.
Cuando enfermó era invierno, llovía un día tras otro y una noche tras otra enlazadas de la mano mojada del día, me pasaba horas al lado de su cama durante un largo proceso.
En aquél tiempo creo que él miraba mi alma desde una perspectiva diferente y en sus conversaciones espaciadas empezó a incluir la muerte…
No me podía imaginar la vida sin el abuelo, fue entonces cuando reconocí el momento de que alguien a quien amas se va a marchar… y una perplejidad de niña, me acercaba a los abismos y me dolía el cuerpo como si me segaran, igual que siegan del campo a las espigas, con ese dolor infinito de una región que aún no conocía encendiéndome de llanto mi pequeña alma doblada… Entonces, creía que la muerte era solo una palabra…
Pues será un antiguo e incierto dicho.
Yo he visto llorar a los hombres más importantes de mi vida, pero sobre todos, a mi abuelo y a mi padre, de pena, de rabia, de emoción, de impotencia… incluso de alegría.
Mi abuelo decía que la pena era una planta grande que se bebía el agua de la maceta donde la habían sembrado y que había que llorar para sacar el agua fuera y no regar la pena dentro, para que no creciera sin obstáculos y que se fuera secando…
Cuando el invierno mostraba su rostro en aquél pueblo lluvioso de la sierra, yo pasaba largas horas de las tardes con mi abuelo, los árboles tras la ventana ofrecían un panorama de desnudez, al contrario que los ojos de mi abuelo que estaban llenos de dulzura y a veces de silencio, como un ave que se detiene un tiempo para luego retomar su vuelo.
Yo lo observaba con los ojos abiertos y la atención alerta. Me gustaba oírlo.
Aquella capacidad que tenía para hilar historias y mostrarme su moraleja, me hacía volar el pensamiento, amaba sus palabras que caían lentas como las hojas de un árbol, una tras otra, mientras mi mirada recorría su vuelo y mi pensamiento libre, volaba.
Cuando enfermó era invierno, llovía un día tras otro y una noche tras otra enlazadas de la mano mojada del día, me pasaba horas al lado de su cama durante un largo proceso.
En aquél tiempo creo que él miraba mi alma desde una perspectiva diferente y en sus conversaciones espaciadas empezó a incluir la muerte…
No me podía imaginar la vida sin el abuelo, fue entonces cuando reconocí el momento de que alguien a quien amas se va a marchar… y una perplejidad de niña, me acercaba a los abismos y me dolía el cuerpo como si me segaran, igual que siegan del campo a las espigas, con ese dolor infinito de una región que aún no conocía encendiéndome de llanto mi pequeña alma doblada… Entonces, creía que la muerte era solo una palabra…
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ResponderEliminar“Dicen que los hombres no lloran”
No puedo creer que hay un hombre que no llora!
Yo entiendo esta frase sólo como una expresión de aliento, ánimo y la capacidad de soportar el sufrimiento.
Un hombre puede ser duro, pero no es una roca!!!
Tu tiene textos hermosos y bonitas poesías!
Estoy actualizado con la lectura.
Un beso Carolina.
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"amaba sus palabras que caían lentas como las hojas de un árbol"
ResponderEliminarLindas palabras, así se siente uno al escuchar a sus viejos, viendo como poco a poco se les va la vida.
Saluditos chica.