LA LOBA DEL ÁNDEVALO

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ME RECONOZCO A TRAVÉS DE LOS POROS POR DONDE EMERJO Y FLUYO EN EL ECO TRANSPARENTE DE LA PALABRA VIVA… AMO LA LIBERTAD Y LAS COSAS SENCILLAS… Y ESPERO TODAVÍA LA JUSTICIA Y LA PAZ. SI PIERDO UN AMIGO ES PORQUE SE LO LLEVE LA TIERRA. TODO LO NEGATIVO QUE SE PUEDA DECIR DE MI… YA HABRÁ QUIEN LO DIGA… MIENTRAS, YO AJENA… VIVO. PORQUE ES MUY BREVE LA VIDA.

Corramos... Hay que salvar el planeta.

Corramos... Hay que salvar el planeta.

sábado, 3 de enero de 2009

Travesura Infantil.

En la iglesia a pesar de estar casi llena resonaba el eco, las ventanas desnudas no dejaban pasar la luz natural de tanta niebla aquél domingo de invierno.

En la tercera fila de bancos, sus padres, la tata y sus hermanos, en la esquina de la izquierda, ella, la rebelde de la familia.

En medio del silencio el párroco del pueblo muy metido en su papel soltaba el sermón-durísimo- a los pobres feligreses.

De su boca salían las palabras llenas de aliento exaltado, como quien borda a dentelladas la faena de la represalia, acentuando el calor y el color rojo de sus mejillas etílicas.

En la esquina izquierda del tercer banco, una niña se agitaba entre aburrida y sobrecargada de tanta información descuartizada, tomaba aire, ladeaba el rostro hacia su padre y de repente, se sintió perdida en medio de tanto torrente de palabras.

En el preciso instante que el párroco hablaba de impedimentos, de normas y pecados, de los horrores del castigo del infierno y del juicio final, aprovechó la niña de once años- que la figura del púlpito tomaba aliento-para tragar saliva y soltar muy claro y también muy alto…

_Padre si por un suponer suponemos, que todo eso no sea cierto… nos fastidiamos todos no?

Porque a este paso hasta salir a la calle para oírle a usted, será pecado…

Su padre aguantó la risa, su madre clavó sus ojos en su rostro y el párroco balbuceando indignado, acertó a decir: “Cintita, sal ahora mismo de la Iglesia”.

- Si padre, sin pérdida de tiempo-

Se oyó un rumor de risas contenidas, después solo sus pasos cruzando el largo pasillo y luego un silencio expectante, la niña deseando que le diera el aire…

-Señor cura-dijo su padre- que jamás le llamaba padre, (valga la redundancia), !!! Estos niños tan espontáneos¡¡¡

1 comentario:

  1. Que hermosa es la espontaneidad de los niños y de los borrachos, eso lo hemos pensado todos mil veces y no nos hemos atrevido a decirlo...pero se dicen tantas tonterias desde los púlpitos y Santas Sedes...que le vamos a hacer la vida está construida así...enhorabuena por tu valiente exposición...un abrazo y felicidades de azpeitia

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Huellas.