lunes, 23 de septiembre de 2013
El día que te salven... que no sea tarde.
Se enfriaron tus manos cálidas
que tibias un día sonaron en tu
guitarra
como si fueran pinceles desgarrando
los lienzos de la mañana…
ya no te disfrazas de duende alegre
y has perdido la sonrisa preciosa
que te adornaba,
se fugaron tus besos, tu simpatía,
tus silencios llenos de tolerancia,
el calor de cariño que en tus ojos dormitaba,
y un día cualquiera, se rompió el
alba.
¿Quién eres ahora’?
No eres la chica alegre y dulce
que se escondía entre los toboganes
de la nostalgia…
que disfrutaba con la compañía
de los que te amparaban.
Llueve en tus ojos secos, sin
lágrimas
como si de nada de tu antiguo
entorno
te acordaras o te importara.
Cómo es posible que dejes pasar el
tiempo
asesinando remedios.
Se va, se va el tiempo con cada
sístole
con cada golpe de ternura
desmelenada
como se va la vida en los recodos de
los días.
No sé reconocerte … ¿Cómo lo haré?
Intento recobrarte y no encuentro
más que humo
y precipicios sin fondo que amenazan
el aire
y los intentos, se hacen interminables
vistiéndose de esperas no aptas
para el concilio de las verdades
que enturbian el paraíso perdido de los
recuerdos.
Pareciera que la ceguera no deja que
tus lindos ojos
puedan mirar los gestos, los
espacios, los caminos que se pierden.
Y ya no reconozco el canto, ni sé,
ni me dejas,
ni puedo, desclasificar el duelo …
solo cansancio…Lo siento.
llueven tristezas en el
océano
de tanto inventar intentos, y no despiertas...
El día que te salven … que no sea
tarde.
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