Sueño y Vuelo, aunque me caiga luego...

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Corramos... Hay que salvar el planeta.

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La Tierra

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viernes, 1 de junio de 2007

No DejeS que te Extrañe



Como duele cuando duele, que no sabes si te duele el alma o es dolor del corazón.

Qué difícil es decir algunas palabras, a veces no sabes como explicar el sabor amargo en el interior, tú te fuiste y yo te amaba, retomé todas tus cosas, tu computadora, tus cuartillas derramadas sobre tu mesa escritorio, tus poemas y los míos mezclados en un torbellino de sentimientos almacenados, algunos solo empezados, desaprovechados, quizás los termine yo para así unirnos de nuevo y hacernos eternos, aparecerás siempre que haya un poema por leer, siempre que haya una estrella por contar, quizás así no dejes caer mi corazón.

Tengo miedo de abrir los ojos porque ya no veo los tuyos, nunca aprendí a esperar y sé que no es fácil olvidar, en cambio, solo tú me enseñaste a volar.

Estoy aprendiendo que las cosas cambian aunque no lo desees, que el tiempo pasa aunque quieras pararlo, hace diez días que no la veo y sé que el siguiente también será así, desde aquél día miro la luna y no la veo a ella.

Tus ojos transmiten lo que antes jamás había sentido, puertas que cierro con llaves tu abres con un solo dedo, tus ojos esmeraldas miran el mar y se alarga tu mirada, Juegas con la arena y hasta ella parece admirarte. Juegas con las olas y se pegan por acariciarte.

No me obligues a extrañarte, no me pises el corazón.

Parece que hoy no tengo noticias de Dios.

Mañana, mañana de nuevo tu cuerpo a contraluz.

Sé que no será así, mi razón pasa perdida, mientras recojo tus poemas.

Qué silencio en tu refugio de poeta, ¡Que silencio cargado de ternuras¡

en él se siente tu presencia, un silencio cargado de tu ausencia.

Una pared pintada con poemas, de todos los colores y en todas direcciones, tu firma, tus fotos, tus ojos que como la mar en verdes espumas se aleja, tu olor, tu y yo, sin ti, y tu alma abierta en estas paredes que penetra en mis venas tibias hasta hervir mi sangre y tu caricia amplia llega un instante hasta sentirla en mi propia carne. No dejes que te extrañe.

Para una mujer de Él.

En Esta TarDe.



Hoy te escribo

Desde mi alma viajera

Entre ella y recuerdos prisionera

Y tiene mi escritura

Ojos ensombrecidos y tristeza placentera.


El universo me ahoga

Me chispean las candelas

Mi cuerpo en tu ausencia boga

Paso las noches en vela.


Me cansa la vida amor

Tengo ya rota la voz

De acallar mi corazón

Me asorda mi propia voz.


El viento de esta tarde

Altera la arboleda

Arrastra algunas hojas

El viento de esta tarde

Sobre la tierra en sombra.


Allí enfrente de verde en la palmera

Mis recuerdos resbalan corren y sueñan

Parece que me dice refúgiate a mi vera.


Mis ojos miran al frente

Brillan estriados como diamantes

Ellos reflejan el cansancio de esperarte

Pero aunque cieguen, esperan hasta la muerte.

A un PoeTa

En cierta ocasión un joven de19 años, de
mirada inteligente, cuerpo altivo y delgado, voz de
barítono africano, manos de aristócrata, se subió en
la silla de las confesiones y balanceándose como un
metrónomo, después de colocarse un espejo oval como
máscara, se puso a recitar un largo poema. Era Enrique
Lihn. Ya a esa edad estaba habitado por el genio de la
poesía. Su talento despertó en mí una gran admiración.
Obtuve por unos amigos comunes su dirección y fui a
buscarlo a la casa donde habitaba con sus padres, en
el barrio Providencia, que en ese entonces era
considerado como muy alejado del centro de la ciudad.
Las calles estaban bordeadas de frondosos árboles y
las casa eran pequeñas, de un solo piso, con patios
donde crecían árboles frutales. Nervioso, hice resonar
la mano de cobre que servía de llamador en la puerta.
Me abrió el poeta. Con el ceño fruncido, gruñó:

- ¡Ah, el organizador de fiestas! ¿Qué quieres?

-Quiero ser tu amigo.

-¿Eres homosexual?

-No.

-Entonces, ¿por qué quieres ser mi amigo?

-Porque admiro tu poesía.

-Comprendo, yo no cuento, lo que te interesa son mis
versos. Entra.

Su cuarto era pequeño, su cama estrecha, su armario
enano. Sin embargo aquello estaba convertido en un
palacio: Lihn, con letras menudas, llenas de ángulos,
había cubierto las paredes y el techo de poemas.
También los postigos y los cristales de la ventana,
los muebles, la puerta, las tablas del suelo, el
pergamino de la lámpara. Y a esto se le agregaban
montones de hojas manuscritas, versos cubriendo el
blanco de los libros; billetes de tranvía, boletos de
cine, servilletas de papel, conteniendo a duras penas
sus versos. Me sentí sumergido en un compacto mar de
letras. Donde posaba mi mirada surgía un canto
torturado pero hermoso.

-¡Qué lástima, Enrique, esta obra
maravillosa se va a perder!

- No importa: los sueños también se pierden y nosotros
mismos, poco a poco, nos disolvemos. La poesía, sombra
de un águila que vuela hacia el sol, no puede dejar
huellas en la tierra. La oración que más complace a
los dioses es el sacrificio.

Relato de un Poeta sobre otro Poeta.

La nobleza del Corazón y la sencillez.