Sueño y Vuelo, aunque me caiga luego...

Sueño y Vuelo, aunque me caiga luego...

Corramos... Hay que salvar el planeta.

Corramos... Hay que salvar el planeta.

La Tierra

La Tierra
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viernes, 15 de junio de 2007

Sueños MarinoS


El barco navegaba besado por golpes de olas tranquilos y calmosos, nos manteníamos lo más cerca posible de los acantilados, y nos alejábamos dando la vuelta a la curva de la bahía.

Era una noche tranquila y hermosa, con puñados de estrellas que brillaban como gemas y una luna casi llena y tan dorada como un campo de trigo sobre el mar, parecía nadar por encima y por debajo de nosotros reflejada con todos sus detalles en un agua tan lisa y tan inmóvil como el cristal. Nos miramos en silencio, yo estaba inclinada sobre el timón, la luz de la luna y el negro de la noche me transformaban en una imagen de luz negra que hacia brillar mi piel como engrasada en aceite de ballena. A lo lejos los acantilados eran una línea larga e ininterrumpida caían a pico en el mar.

La boca se me quedó seca al ver tus ojos brillando en la oscuridad, ojos que me escudriñaban sin cesar.

Contuve el aliento mientras te acercabas a mí como rayo, en un salpicar de gozosa intención. Temblando me senté en el suelo del barco, juntando mis rodillas y poniendo sobre ellas mi barbilla, cerré los ojos y mi corazón empezó a latir descompasadamente mientras tú llegabas a mi altura, como una catarata de meteoritos comencé a sentir tus pasos cerca de mí y poco a poco mis labios temblaron como rojo carmesí.

Abrí mi boca como si quisiera exclamar algo pero tus labios llenaron el hueco de mi paladar ahogando el sonido y tus manos se hundieron profundamente en mi espalda, entonces fui yo, quien atrevida imprudente y sin permiso como tú, le robé la esencia a tus labios, escapados, escondidos, ajenos, tus labios…que ahora me recibían en el más puro y apasionado de los besos. Me dejé llevar y te llevé al cielo privado, cerrado de nuestros cuerpos en un abrazo. Te entregué cada fibra, cada milésima de mi piel enardecida, recorriste impúdico los detalles de mi geografía, hambriento, sediento. Renovaste con tus labios la tersura de mi piel y te amé y me amaste, como si no existiera el mañana ni el ayer.

El corazón me redoblaba en rápidos golpetazos irregulares, frente a mis ojos el barco ondulaba arriba y abajo y allí quedamos minimizados sobre la inmensidad del mar y bajo la grandiosidad del firmamento lleno de estrellas, con los rostros llenos de gotitas saladas de la mezcla del sudor y la brisa marina y los ojos invadidos por el brillo de las estrellas y el milagro del cosmos, hasta que nos sorprendió la pálida semiluz del alba.

Más tarde el sol se alzó en un resplandor de gloria sobre la tranquila masa de agua, sus rayos amplificados y refractados como la luz en un prisma se vertían en nuestros ojos como una inundación de oro, nos miramos alucinados y sentimos que había poca diferencia entre aquello y el cielo.
A veces ahora cuando contemplo las aguas de mar mío de al lado me doy cuenta que quizás solo fue un sueño, pero no me importa vivir en un menaje á tríos con el fantasma de los sueños.

Si Paseo por mi CiudaD.



La calle es oro candente y grotesco, el negro desfile de las torres de esta ciudad mía cuando arrogante esparce su rostro, guarece a las sombras con las sombras.
Su pobre corazón que abarca a cada uno de los nuestros, parece bajo la noche un pobre corazón de niño maltratado.
Yo, en silencio como ella, la paseo, la poseo entre sus sombras y mis sombras, la escudriño y la siento en cada parpadeo de emoción y de ternura, mientras imagino cuantas historias en esos 5.000 años de antigüedad y de tantas culturas, cuantas historias entre cortinajes pálidos de risas provocadas, de estallidos nerviosos de rabia que acercaron a esta ciudad al fin último de los tiempos en la belleza que prosigue en cada rincón de su sufrida geografía.

Sórdidas cadencias nocturnas perfilan mi rostro de mezclas de razas galas y latinas y de almas probables, y la luna allá arriba- Mi Musa-, esta noche está aún más lejana, casi traidora-olvida lastimera mi frente-como bermellón pasajero, sorbo rápido de ensangrentada tristeza. Mis pasos recobran el eterno tránsito de la huida.

Siento como si la noche hubiera esfumado la explicación movible de luz, llanto incontrolable a través de un cielo sin estrellas fulminado; como si la luna misma a través de ese pozo oscuro de esta noche descendiera desesperada y taciturna buscando un sentido duradero a tantos vuelos pretéritos, mientras yo me digo imperceptible:

“ No es más que su brazo alzado, compasivo y combativo de la tormenta de Octubre en su mirada”.

Mi ciudad esta noche oscura y desmelenada se asoma a la soledad de sus doce campanadas, interiores consternados, mágicos vuelos, prietos de amor incontenido, sueños perdidos, encontrados, distancias, presentes pasados y futuros se ocultan bajo su queda y dormida mirada.

Viajo con la luna en las tinieblas de la inconsciencia gozando esta noche de mi propia existencia, flotando en el magma misterioso de tus ojos y tu voz que se han cruzado como una volcánica interferencia, ansiando llegar a mi orilla, apoderándose de los instantes aletargados por la espera, haciéndome infinito, canto y humo lanzándome al espacio para después bajarme y hundirme en la tierra.

Trato de sostener mi falda mojada, pero el viento tira de ella con fuerza y la luna me abraza, con un abrazo tierno y poderoso y me envuelve como si yo fuera una paloma que quisiera cobijarse en el globo hinchado de su forma.
La lluvia ha levantado el olor a jazmín, a jara y a romero que se va quedando impregnado por el aire y los árboles de la avd, Montengro en dirección al muelle desde el puerto, soplan majestuosos a mi paso, como en una reverencia a la casi única compañía.

Me acerco al mar, me gusta el sonido del viento del mar Atlántico cuando lo observo en su horizonte, a veces callado y otras brusco y airado, trayendo mezclas de sal y olvidos, que se unen a la atmósfera con su piel delgada, trémula, calma y obstinada, un coro de olas blancas la acompañan en las sombras llenas de espuma, haciéndome aún más gaviota, más pantera y más mariposa.

jueves, 14 de junio de 2007

A Cal Y a CanTo.


A cal y canto he cerrado las puertas de mi memoria a tu recuerdo, mantengo los contornos limitados pero a veces y a traición te cuelas por los rincones que quedaron desamparados. Y penetras en silencio hasta el mismo centro de mi cuidado, y allí, sin permiso, te aposentas sin compasión, de una parte a todas partes, hasta hundir la daga de la victoria en el mismo centro de mi débil corazón.

Y ahí te haces notar y me dueles, hasta que, con dedicación, de nuevo extraigo las armas de mi ahínco y te barro de mi memoria hacia las lindes del olvido, donde momentáneamente quedas rendido hasta que un suspiro, exponente de mi debilidad, te urja a despertar y vuelvas a realizar otro cerco a mis sentidos.

Regresándote real, derramando ternura por todas mis aristas, y con el ímpetu de tu ardor, vuelvo a creer en ese amor que divulgan los poetas. Ése que delinean en trazos, a metáforas y líneas; labrado en fino pergamino con la tinta escarlata del amor, forma eterna de una pasión que palpita: ése, hilvanado en las notas, uniformes o místicas, de ensalzadas sinfonías. O, por júbilo, ése que impregna todos los versos de amor, de todas mis amorosas y apasionadas poesías.

Hasta que de nuevo me revuelvo contra el ámbar de tus ojos que a veces son una noche de menguante luna y de crecientes luceros, que me dicen sin hablar: ¡Chiquilla cuanto te quiero!

Tú sin mí perdido

Tú conmigo todo

Presencia que aún dura cuando cierras los ojos.

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