Clávame tu mirada
con tus pupilas de infierno,
que se claven hondas
en mi pecho
y me desangre en tus manos,
que hierva roja mi sangre
en la comisura de tus labios
que nuestros sentidos se mezclen,
flumígeros…
clávame tu mirada
y que muera Dios
al hacerlo
que lo haremos renacer de nuevo,
más inmenso.