Lo sabes.
Sabes que si deseas de lejos tienes que precisar mucho la mente.
Pero dicen que el deseo crece más en la distancia, aunque luego anhele esa proximidad que une y refuerza, porque dos cuerpos que se desean, se buscan…
Entonces cerca, todo se convierte en una algarabía de besos y caricias…
Siempre he pensado que tocar no es sencillo, no, no es sencillo tocar la piel de otro y provocar un estremecimiento y un estallido… Tocar es un arte, es como cuando yo toco mi guitarra, los dedos se alargan, las cuerdas se estiran y se tensan y a medida que tocas, se produce una eclosión y surge la música rotunda, y el deseo se vuelve real, como concreta la música, con la avidez de los dedos.
El deseo de lejos se vive intenso e incompleto, detenido en un momento, va más allá de unas manos, apresa el pensamiento, se cuela dentro y desde las entrañas, agarra el alma ocupando los espacios.
Como tu deseo,
Enorme y hambriento,
Convertido en obsesión
Comiéndote el corazón…
Déjalo, no es tan bueno vivir el deseo desde lejos…
¿A qué sabe el aire que respira el otro?- ese beso-
¿Y cómo son las manos huérfanas de piel? - esas caricias-
¿Y cómo tiemblan los párpados cuándo se rinden de no ver? -esa mirada-
¿Y cómo es el paso de grande y extenso que mide la distancia? – esa piel que se estira anhelada-
¿Y cuánto abarca la impaciencia? -toda la prisa-
¿Y la duda? ¿Y el desasosiego?- locura dentro-
¿Y cómo es la nostalgia cuando se encuentra con la ausencia?- triste y de mirada larga, abandonada- tiene el sabor y el matiz exacto del silencio, lo sabes ¿a que si?
No se puede conjugar y no tenemos ecos…
Es como esa Amapola que se enciende –roja- entre los trigales y el aire- sola-
Sin pronombre ni sustantivo ni verbo… yo, amor, te quiero…
Como si fuera un instante etéreo de pensamiento… lo sabes… todos lo sabemos…Cómo es y a qué sabe el deseo desde lejos…