Isabel tenía hoy un aire de ausencia no acostumbrado, ella es una mujer muy curiosa o al menos aún todo le interesa, sin embargo la he visto con un aspecto de estar y no estar del todo, su mirada pasa de largo por las cosas, algo inusual en ella.
Por un momento temí que Pablo le hubiera mencionado mi llamada.
-Isabel ¿te ocurre algo?
-No hija no, es que tengo la mente ocupada
-he aprovechado que tengo baja laboral
¿Quieres desayunar conmigo?
-¿Estás enferma?
-sólo un poco, ya mejor, nada de importancia
Isabel se levanta temprano todas las mañanas, le gusta ir al bar de la plaza a comer churros y de chocolate siempre se toma dos tazas-dice que es terapia-
-Hoy no vas a ir, hoy te toca acompañarme, además es una mañana fría de invierno, el cielo está cubierto, la humedad te traspasará el abrigo y te calará los huesos, hoy vas a desayunar zumo, tostada, mantequilla y mermelada y si quieres también te pondré dos tazas, además siempre vas con pañuelos de seda y no con bufanda como dios manda ¡Mira que eres pesada eh!
Ella se engarza en un coro de carcajadas, la sonrisa le invade la boca y la mirada…
En medio del desayuno me mira desviando una y otra vez la mirada, algo alterada y me dice: Va a venir a buscarme.
¿Quién Isabel?
-Pablo hija ¿Quién va a ser?
-Ah bueno, pues claro es tu hijo y ya echará de menos tu compañía
-viene esta misma noche ¡cuánta prisa¡
-Isabel ya sabes, la semana que viene es Navidad… no seas complicada
- Anda mira quien habla.
Jaja Isabel ya no estás ausente, que yo no te vea que no estás alerta…Cuando venga Pablo me llamas.