Sueño y Vuelo, aunque me caiga luego...

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Corramos... Hay que salvar el planeta.

Corramos... Hay que salvar el planeta.

La Tierra

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jueves, 18 de diciembre de 2008

Isabel 3

Isabel tenía hoy un aire de ausencia no acostumbrado, ella es una mujer muy curiosa o al menos aún todo le interesa, sin embargo la he visto con un aspecto de estar y no estar del todo, su mirada pasa de largo por las cosas, algo inusual en ella.

Por un momento temí que Pablo le hubiera mencionado mi llamada.

-Isabel ¿te ocurre algo?

-No hija no, es que tengo la mente ocupada

-he aprovechado que tengo baja laboral

¿Quieres desayunar conmigo?

-¿Estás enferma?

-sólo un poco, ya mejor, nada de importancia

Isabel se levanta temprano todas las mañanas, le gusta ir al bar de la plaza a comer churros y de chocolate siempre se toma dos tazas-dice que es terapia-

-Hoy no vas a ir, hoy te toca acompañarme, además es una mañana fría de invierno, el cielo está cubierto, la humedad te traspasará el abrigo y te calará los huesos, hoy vas a desayunar zumo, tostada, mantequilla y mermelada y si quieres también te pondré dos tazas, además siempre vas con pañuelos de seda y no con bufanda como dios manda ¡Mira que eres pesada eh!

Ella se engarza en un coro de carcajadas, la sonrisa le invade la boca y la mirada…

En medio del desayuno me mira desviando una y otra vez la mirada, algo alterada y me dice: Va a venir a buscarme.

¿Quién Isabel?

-Pablo hija ¿Quién va a ser?

-Ah bueno, pues claro es tu hijo y ya echará de menos tu compañía

-viene esta misma noche ¡cuánta prisa¡

-Isabel ya sabes, la semana que viene es Navidad… no seas complicada

- Anda mira quien habla.

Jaja Isabel ya no estás ausente, que yo no te vea que no estás alerta…Cuando venga Pablo me llamas.

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Julia.


Salí de casa de Julia aturdida, no sabía exactamente cuánto tiempo estuve allí, debía ser muy tarde y llovía mucho.

Todos los portales estaban cerrados y el cielo se descargaba de un apretado batallón de nubes espesas sobre las azoteas.

Yo me sentía suelta y libre, aliviada por el aire frío de la calle, me detuve en medio de la Avenida, mirando el alto edificio en el que vivía mi amiga, ya no se traslucía la luz detrás de las persianas cerradas, Julia quedó por fin dormida y tranquila cuando me fui.

Mis pasos sonaban en el silencio de la calle mojada y los llantos de Julia aún resonaban en mis oídos despertando los posos de dolor desbocado de mi corazón por la pena de amor de mi amiga. ¡Pobre Julia¡ después de 4 años, le han herido el corazón.

No sabía si irme a casa o caminar entre los bloques silenciosos del barrio adormecido, respirando el viento amargo, no podía dejar de oír su voz angustiada preguntándome mientras se echaba en mis brazos ¿Cómo ha podido dejar de quererme después de 4 años?

En silencio le secaba las lágrimas mientras la consolaba, qué podía decirle yo, ¿qué el amor es así de caprichoso, que igual que viene se va? No, prefería solo oírla y calmarla.

Oí gravemente sobre el aire de esta noche triste, las campanadas de las doce formando un concierto que me pareció lastimoso.

Crucé la vía del barrio Inglés hasta llegar al centro del viejo cuidado y hermoso barrio, que los años lo habían dotado de un encanto especial, contagiado de belleza, el frío parecía encajonado en sus calles estrechas, reinaba un silencio impresionante, parecía haber desaparecido la vida y un sobresalto en el aire me trajo de nuevo a Julia, perdida, indefensa como una hoja de papel en el viento y apreté el paso con firmeza de tener fe, fe por ella.

Cuando salí de mis pensamientos, me sentí invadida por todos los terrores de mi niñez en la oscuridad y salí corriendo hasta verme sacar las llaves justo en mi portal. En el ascensor pensaba que estaba segura que Julia saldría de esta, ya nadie se muere por amor y hay muchos hombres que pueden llenarle de nuevo el corazón.

martes, 16 de diciembre de 2008

Ni lo Sepas.



Se ha preñado la luna esta noche

De amor y pasiones,

Y se ha quedado en el aire

Un suspiro,

Arrumbado en tu boca,

Con perfumes de besos dormidos

En tu alma sola,

Y ha enmudecido tu mirada

Con el eco de mi boca,

Como enmudece la rosa

Cuando una mano la corta,

Y en el aire han quedado los sones

De mis notas y tus notas,

Como un viento que nos nombra

Enredado de poesía,

Dibujando nuestras sombras.

Y aunque la luna nos mire

Como me miras y miro

Ni ella podrá decirte

Dónde se esconden mis besos,

Porque ellos te besan

Aunque tú,

ni lo sepas ni lo sientas.